Existe gente en el mundo que es sosa. Así, sin más, su forma de ser es sosa. Tiene un carácter apagado, poco llamativo, no se mueven mucho, tienen un tono anodino al hablar, qué sabemos… pero son sosos. Y no pasa nada, cada uno es como es, faltaría más. El problema es que el segundo disco de Charlie Puth, ‘Voicenotes’, nos presentaba a un cantante que, además de un puñado de buenas canciones, derrochaba bastante actitud.
Vamos, no hace falta más que ver el vídeo del segundo single del trabajo, ‘How Long?’, en el que Puth se paseaba bailoteando por una ciudad, y que ahora presenta de pie delante del teclado, inmóvil, cual si fuera él la versión americana de Pablo López. Y la historia se repite, sin teclado en frente, eso sí, con el resto de temas del directo, ‘The Way I Am’, ‘Attention’ y ‘Done For Me’. Medios tiempos todos, que admitirían no ya baile, fíjate, pero sí algo más de entusiasmo.
Pero nada, a Charlie Puth le hubiera venido bien que alguien llegara con un Boing 747 repleto de sal y la dejara caer sobre el escenario, porque desde luego, con el disco bajo mínimos, este tipo de actuaciones no son las que van a obrarle un milagro. Para colmo de males, tampoco son las mejores actuaciones vocales de Puth, llegando con un sobresfuerzo vocal a las notas que a veces le dejan con cara de estar sufriendo un cólico en directo.
En fin, la gente sosa existe, y no pasa absolutamente nada. Pero nos sigue sorprendiendo que le saquen, a la gente sosa, discos y vídeos que representan todo lo opuesto. Y que sean ellos mismos los que digan sentirse representados. Quizá es que Charlie Puth tampoco sea este tipo de artista, o quizá tan sólo fue una tarde regulera.
https://youtu.be/pEXIVuDXZO0
https://youtu.be/QDovu6qAZ7w
