Thalía Garrido ha decidido que, tras unos años de silencio discográfico y alejada de los focos, era hora de poner en marcha un nuevo proyecto single a single. Y la verdad, todo destila un punto de fantasía muy a la altura de Thalia desde que la conociéramos en ‘Operación Triunfo’. Habrán pasado ocho años, habrán cambiado muchas cosas, pero Thalía mantiene intacto su espíritu Rachel Berry español.
Sus dos últimos singles suenan a aquellos proyectos dosmileros de los que se haría eco la revista Bravo en una columna puntual al lado del último artículo de Stacie Orrico metida dentro de un saco lleno de cartas imaginarias de sus fans, que iría acompañado de un titular del estilo de “¡Me encanta el yogur de coco, mis fans piensan que estoy loquísima!”. Y como digo, en la columna de la derecha, lo del single de Thalia Garrido.
Porque ‘La Vida Real’, de no contar con el anecdótico handicap de haber sido publicada en 2025, sería el lanzamiento perfecto de una de las componentes de Tess en solitario. Un tema que Tony Aguilar pincharía en Fan Club en Los40 hace dos décadas, fingiendo estar convencido de que sería “un éxito total” mientras sufre un ataque de tos en cuanto su micrófono se apaga para dar paso al tema.
Los arreglos sinfónico-R&B, ese appeal tan dosmilero de aquellos temas que lo mismo podrían poner música a una tarde de coreografías en la habitación como podrían ponérselo a una serie de terror adolescente de los primeros años de Cuatro… está claro que Thalía Garrido ha nacido en la época incorrecta. Dos décadas atrás, habría tenido un single en cardboard sleeve que estarían comprando personas de unos 13 años porque sería el jingle de la última campaña de unas Natillas.
En cualquier caso, la campaña de Thalía siempre suele ser más interesante que los temas en sí, porque como os he dicho, su Rachel Berry interior da unos coletazos que ni Ariel si la hubieran colocado en el mostrador de la pescadería de un Aldi. Thalia ha creado hype en torno al lanzamiento a través de unos vídeos cortos que la muestran totalmente polifacética.
En un vídeo está marcándose una coreografía que parece que la anuncie a punto de colaborar con Eminem; en otro observa melancólica el paisaje, convencida del potencial melódico del track para convertirse en el nuevo guilty-pleasure para el público de Pasión Vega; en otro se hace un catwalk por la ciudad con sus mejores dotes de acting, en un clip que incluirá después en un vídeobook que llegará a manos de Médem por algún motivo.
Necesitamos que pase más con Thalía, porque estamos perdiéndonos una estrella a muchos niveles.
