Imagina llegar a una zapatería y ver unas zapatillas monísimas y carísimas que no tienen en tu talla. No pasa nada, porque te gustan tanto que vas a probarte unas más pequeñas de lo debido. Obviamente no te caben. Pero insistes: doblas los dedos, haces impulso, das unos golpes con el pie en el suelo, pides un calzador metálico, otro más grande. Nada ocurre, sigue sin entrar. Te quedas mirando a la zapatilla apenado por la pérdida, aunque supieras desde el primer momento que no iba a entrar.
Pues bien, tú eres la industria española y esa zapatilla carísima que no entra es Ana Mena. Pero por algún motivo, mientras tú te has dado por vencido, con ella aún estamos en la fase del calzador grande. Y así llegamos hasta el día de hoy, cuando la artista se ha unido a Thalía en un nuevo factible fiasco para ambas, ‘Ahí’, que llega con una premisa aún más aterradora: la del sonido 8D.
Vamos con otro simil: ¿recordáis cuando Madonna se presentaba sonando a Nelly Furtado en 2008 y habían pasado dos años ya de la relevancia de Timbaland? Bueno, pues lo mismo con el 8D, a estas alturas todo el mundo sabe que es básicamente sonido pasando de un lado al otro de un sistema llamado estéreo que no tiene posibilidad alguna de existir en ocho imaginarias dimensiones.
Para compensar tantísima dimensión, en el vídeo sólo podemos ver dos de ellas: el facetune se les ha ido un poco de las manos, y la textura de la cara de Thalía es básicamente la de Peppa Pig. Hay momentos en los que uno piensa que puede que sus dos ojos estén en el mismo lado. ¿Existe realmente una tercera dimensión en sus facciones? ¿Hay algún relieve en su piel?
Hemos pasado de ocho dimensiones a apenas dos de la imagen, y seguimos bajando. Pasemos de dos a uno. La cantidad de unidades de euro que la pareja ha invertido en el vídeo oficial. Hemos visto stories de Thalía tratando de viralizarse con más inversión en flecos y gafas de sol que todo el clip de ‘Ahí’.