Uno de los bombazos de este año ha sido el de Sabrina Carpenter. La cantante acumula un millón de álbumes vendido en el primer mes de ‘Short N’ Sweet’, que aún mueve unas 150k mundiales por semana y tiene, posiblemente, bastante camino en ventas por delante. Sabrina ha encajado tres singles de tremendo éxito consecutivos con ‘Espresso’, ‘Please Please Please’ y ‘Taste’ y se ha ganado una buena masa de público a espaldas no solo por lo pegadizo de los temas, sino también por sus visuales y por el impulso que ha ganado como telonera de Una Popular Cantante™.
Pero en la fórmula de Sabrina ha habido un motivo cláve para el éxito: ha hecho tick en dos casillas clave para el pop actual. La primera, la de mantener un perfil de susurrito, de música no estridente, como marcan los canones contemporáneos (motivo, entre otras cosas, de la debacle Katy Perry, que lo suyo es un pop entusiasta y de vocals potentes que no se estila en absoluto). La segunda, la que hoy nos ocupa por ser protagonista del tour: tomarse por el pito de un sereno mientras se toma muy en serio el tomarse por el pito de un sereno.
Esto de hacer en serio lo de tomarse a broma es algo que históricamente ha funcionado muy bien en el pop (‘Oops‘ de Britney Spears, ‘Padam’ de Kylie, la Adele entre canciones, Lewis Capaldi al completo…). Hay gente con la que funciona el tomarse totalmente en serio, pero en un momento en el que todo el mundo parece estar haciéndolo, poniéndose experimental, conceptual, intenso… el público ha encontrado en Sabrina Carpenter una válvula de escape en letras, visuales y actitud.
Y es precisamente a lo que ha sabido sacar partido en la primera parada del ‘Short N’ Sweet Tour’. Sabrina ha aparecido en el escenario con un vídeo intro que la presentaba dentro de una bañera, en la que era consciente de que la estaban anunciando. De pronto se la ve en una suerte de apartamento sesentero saliendo corriendo con una toalla. Sin conseguir alcanzar el micrófono porque es bajita y no se lo han bajado lo suficiente. Y arranca ‘Taste‘ en cuanto hace el reveal glitter -con la toalla repleta de lentejuela también por dentro, de un magnífico absurdo.
El escenario es clave durante todo el show, súper bien planteado porque juega con el concepto de muñequita que explota su imagen, pero también con el ambiente retro al que nos llevan muchos temas de álbum. En ‘Espresso‘, con la que finaliza el show de 21 temas -recordemos que Sabrina lleva una década en activo-, la cantante sale cargada con un café despertando a los bailarines de la resaca para marcarse el último número. En otro de los momentos más esperados, el del outro de ‘Nonsense‘ -que durante el tour anterior cambiaba cada noche- el micrófono muestra un glitch, el escenario se la traga con ella haciendo el acting de sorprendida y en la pantalla se lee “perdonad las dificultades técnicas”. Un trolleo máximo similar al de cuando Rosalía se negaba a hacer el acting del inicio de ‘Bizcochito‘ en el ‘Motomami Tour’.
Sabrina tiene entre manos uno de los proyectos más inteligentes, refrescantes y divertidos del pop en los últimos años. Al final del concierto se despide con un mensaje pregrabado en pantalla que afirma directamente “haber grabado hace meses”:
“Espero que hayáis tenido una gran noche. Conducid con cuidado. Gracias por venir a mi tour. ¡Me encanta cantar! Espero que os haya gustado escucharme cantar durante tanto tiempo. Por favor, aseguraros de mirar el merch a la salida. Hya un montón de merch. O igual no, igual se ha vendido ya todo. No tengo ni idea: grabé esto hace meses. ¡Muchas gracias por venir al show! Espero que cantarais con todas vuestras fuerzas. Es broma: se que lo habéis hecho. He estado ahí todo el rato. Os quiero. Tened buena noche. ¡Gracias por venir al show! ¿Ha sonado esto sincero?”
Menuda fantasía, la verdad. Un chorreo de momentos feel-good en el momento que el público pop más los pedía.
