Hace cuatro años, Edurne reconducía su carrera discográfica a través de ‘Catarsis‘, un disco que la presentaba a nivel sonoro del mismo modo en el que la percibe el público: dulce, tierna, cercana y sencilla. Era un disco con buenas canciones, producido de una forma que ahora consideraríamos ‘very demure, very mindful’ y que la liberaba de un lastre que jamás supo cargar: el de ser una ‘estrella del pop’ como concepto.
Ni Edurne era Britney Spears, ni Jessica Simpson, ni Pink, ni una señora sueca atascada siempre en unos perennes 42 años en pleno 2004. Era simplemente Edurne. Nunca se le dio bien el papelón, porque sus propuestas siempre terminaban pareciendo impostadas, hasta que llegó ‘Catarsis‘ y se apostó todo a la sencillez efectiva. Pero el paso adelante que ha querido dar en ‘Éxtasis‘ la posiciona, en apariencia, más cerca de ‘Ilusión‘, su segundo trabajo, que de ese último bien resuelto álbum.
Solo que esta vez ya sabe por dónde han funcionado los tiros hasta la fecha. Tiene mucho mayor control de su sonido y se nota: ‘Éxtasis‘ tiende muchísimo más al pop y al dance, pero no olvida las melodías, la provocación nostálgica, el punto melancólico que dio sentido a la nueva Edurne. Y al hilo de esto, el disco funciona mejor cuando parece estar sonando en mitad de un baile de prom.
Porque en ‘Éxtasis‘, Edurne parece estar cantando siempre con un ramo de flores entre las manos. Como en un episodio de ‘Sálvados Por La Campana‘ de fin de curso, ‘Nada‘ abre con despecho pasivo-agresivo, con beats ochenteros y una coreografía que pide a gritos un cardado previo. ‘Nada‘ funciona mejor en sus dualipismos azucarados que el otro aparente banger, ‘Mírame‘, una adaptación de ‘3AM‘ de Nohe que también han co-escrito otro track de ‘Éxtasis‘, ‘Va Por Ti‘. En ‘Mírame‘, Edurne tiene una producción cotundente, una base muy marcada y un mensaje de empoderamiento como ningún otro del álbum. Pero ella sigue deshojando las margaritas del ramo de flores imaginario que sostiene y donde tenía que apretar más hacia la Kylie de ‘Tension‘, se quedó en la Edurne de ‘Soy Como Soy‘. Se podía haber dado un paso extra en la pista vocal para que sonara más provocadora, más acorde al mensaje. De hecho, esa Edurne sí que asoma la patita en ‘Esta Noche No Me Atrapas‘, más juguetona en el mismo tono que sus dos hermanas.
El disco, por norma general, es bastante ñoño. Edurne lo compensa con los beats electrónicos y la intencionalidad pop, pero a ratos se sigue pasando de frenada en lo azucarado. ‘Modo Avión‘ suena a canción que Ginebras hubieran compuesto a los catorce, se pasa de adolescentoide aunque tenga elementos interesantes de bedroom pop en su producción. Igual ocurre con la antes mencionada ‘Va Por Ti’, que parece escrita en un diario con las tapas de peluche.
Todo ese azúcar pasa mejor cuando tiene como marco el espíritu de confetti y banda de reina del baile: ‘La Culpa‘ tiene ese toque del pop ochentero de corte Gonzalo o Pedro Marín, que consigue convencer con melancolía de luces de neón. ‘Mil Motivos’ tiende más al pop-rock, pero sigue sabiendo a corte nostálgico, a estribillo berreado por una reunión de antiguos alumnos. ‘Juego De Azar’, por su parte, parece poner música a una serie vintage sobre adolescentes enamorados. En el mejor momento, el de su estribillo, es un chute de energía positiva que deja más ganas de dar palmas.
Después están los cortes que casi sirven de puente entre canción y canción: ‘Te Quedaste Solo’ se ha quedado un poco descolgada de esta fiesta del sinte y la serpentina, ‘La Playlist’ cae en lo excesivamente genérico con un feature complicado de encontrar interesante y unos destellos ABBAescos por momentos que uno sueña con haber explotado mejor, y ‘Lobo‘, que debía ser el tema más minimal del álbum, acaba convertido en una suerte de desafortunado reguetón lento electrónico, cuando se intuye que su fragilidad se podía haber explotado más en un corte a lo ‘Everytime‘.
‘Éxtasis‘ cuenta con letras de Ainoa Buitrago, Manel Navarro o Homiboy, pero las dos autorias del álbum que más fácilmente se intuyen son las de ‘Sigo Siendo La Misma’ y ‘Fresas y Champán’. La primera, de Xabi San Martín, confirma que igual no sería una locura que Edurne colaborara con él en un álbum completo. La canción sabe a La Oreja, obvio, pero también deja un aire a Fresones Rebeldes gone radio-friendly que se suma a los momentos de mayor optimismo del álbum. La segunda, de Conchita, es la canción de cierre que, de hecho, luce a mañana después de esta fiesta que nos hemos imaginado. Cierto es que a nivel sonido es la que más alejada queda del resto de cortes, casi más destinada a un álbum de estilo pop-rock, pero tiene su punto jugada como despedida del disco.
Un jolgorio nostálgico colorista, el de ‘Éxtasis‘, que hubiera pedido un poco más de compromiso petardo por parte de Edurne, un poco más de despreocupación, de un salirse del tiesto que nunca ha manejado del todo bien. De algún momento en el que alguien le sostuviera el ramo de flores, se subiera el vestido de lentejuelas y se entregara a una coreografía chorra en mitad del gimnasio. Una Sandy Olsson que se quitara el vestido recatado no para convertirse en la más mala del insti, sino en la amiga del grupo nerd coleccionista de Funkos que hoy día grabaría TikToks en un rincón del patio. Hubiera llegado con ello el verdadero ‘Éxtasis‘, donde el álbum nos lleva a un embeleso por momentos.
6.8
Temas clave: ‘La Culpa’, ‘Sigo Siendo La Misma’, ‘Nada’