Aitana tiene una Nancy. Una Nancy que se parece a ella como un huevo a una patata -porque en realidad se parece a la propia Nancy-, pero a la que le han puesto el flequillito y la media melena para que os sea reconocible como Aitana. También la han vestido como en el vídeo de ‘Las Babys’, por algún motivo y de entre todas las opciones posibles.
Y esto abre un melón bastante interesante: el poco poso que Aitana ha dejado a nivel outfits y estética reconocible en este lustro. Imaginaos a alguien haciendo un dibujo de Aitana… ¿qué ropa le trazaría? Para el nivel de éxito que maneja, de hecho el mayor del país entre las artistas femeninas junto con Rosalía, lo cierto es que es complicado recordar algún mometo estéticamente icónico por su parte. De ahí que la muñeca podría haber pasado por, no un Nancy cualquiera, pero sí una Bratz a la babalá. Es Aitana porque, insistimos, lleva flequillo.
Bueno, también es Aitana porque lleva un certificado de autenticidad ‘Alpha‘. Un panfleto que te garantiza que no has comprado una Nuncey de Tatiana, ni una Manci de Ariana, sino una Nancy de Aitana de su era ‘Alpha‘. Justo vestida con el single que menos representa, en apariencia, a la era, y justo con el que no ha pasado lo que imaginábamos que pasaría, que era que acabase siendo una de las canciones más potentes del verano. Ha funcionado, sí, pero no a la altura de lo esperado. Y ‘Los Ángeles’ ha seguido teniendo un consumo alto porque es la canción buena de entre las dos.
La estocada final a la pobre Nancy ha sido una ola de aparentes críticas, según publica La Vanguardia, porque comentan que es un producto infantil ligado a una letra que habla de “perriar toda la noché”. Hombre, amores. Que todos hemos pasado por las muñecas de las Spice Girls, una banda que decía “qué loco, qué polla, que tiesa” en imperfecto español y no pasó nada. A lo sumo se disparó el porcentaje de homosexualidad en el país. No biggie.
Ni que fuera una Nancy de Bad Gyal con una china de maría -la droga, no la cantante de ‘La Lluvia‘- insertado en el orto.
