Hace ya un lustro que Ana Mena publicaba su disco de debut ‘Index‘. En 2018, la cantante se veía obligada a lidiar con el tsunami de nuevos artistas que venía saliendo de ‘Operación Triunfo’, y la verdad, aquella primera idea que manejaba, que había ido pasando del perfil Meghan Trainor al del pop-urbano más genérico, no hubiera conseguido sostenerse en el tiempo.
Porque si algo caracterizaba el proyecto de Ana Mena era que… ¿realmente existía un proyecto? Ese complicado post-‘OT‘, sin embargo, le dio una inesperada bomba de oxígeno a la malagueña: el éxito de ‘D’Estate Non Vale’, junto a Fred De Palma, en Italia. E inmediatamente después, el de ‘Una Volta Ancora’, certificado siete platinos en el país. Pero no, no es el éxito en nuestro mercado vecino lo que fue relevante para el proyecto de Ana: era la idea surgida de él. El público potencial. La diana a la que apuntar.
Y así llegamos a la Ana Mena post-Italia, la que apostó por convertirse en una suerte de Álvaro Soler femenino, exprimiendo el poder mediterráneo en sus canciones e imaginario. Ana Mena de pronto era símbolo de un verano perpetuo en nuestras costas. O en las italianas. O griegas. Una musa de arena y sol cuyo proyecto tenía por fin un destino claro.
Y en ese camino que dejaba atrás el fantásma de un ‘Index’ que disparaba en varias direcciones para aferrarse a la que más frutos diera. Fue refinando su idea hasta llegar a ‘Bellodrama‘. En esa perspectiva mediterránea, la conquista de Ana Mena ha sido la del público hortera. Muy hortera. Y sin prejuicios, ojo, ese público que sabe disfrutar de un producto destinado a ser hortera, que se sabe hortera y se disfruta hortera. Con su glitter en las mejillas, con sus guitarras de atardecer con Martini, con sus brilli-brilli de fiesta marbellí y su auto-percepción de élite en Menorca.
Es en ese perfil que nadie ha tenido la inteligente osadía de ejecutar hasta la llegada de Ana, donde ‘Bellodrama‘ deja sus mejores muescas: en el funky-disco de ‘Ben & Jerry’s’ -a medio camino entre lo erótico y lo naive-, en el dance-pop histérico de ‘Las 12’ o en las pretendidamente elegantes ‘Lentamente‘ y ‘Me He Pillao X Ti’. Cualquiera de las pistas del trabajo se disfruta más con una pizca de alcohol y una rodaja de cítrico.
Hipnotizados por un arranque de álbum al que quizá le sobra ‘Bebé‘ -que ofrece un perfil similar al del último Pablo Alborán-, Ana Mena es capaz de vendernos cualquier cosa: se pasa por alto lo manido de la fórmula bachata en ‘Un Millón De Lunas’ e incluso lo skipeable de ‘Mentirás‘. El universo fantásticamente prefabricado de ‘Bellodrama‘ nos tiene para entonces atrapado por ‘Llorando En La Disco’ o en las muy italo-accesibles ‘Me Enamoro’ y ‘Mañana Dios Dirá’, que apuntan a más de una borrachera napolitana.
Las mejores canciones del álbum son, paradójicamente, los dos covers: ‘Música Ligera’ y ‘Un Clásico’, más notables que la otra balada del álbum, la inédita ‘Rojo Amanecer’, cuca a pesar de todo. Pero hasta para eso hay que tener ojo, porque las dos canciones versionadas están enmarcadas en el proyecto tan bien que, aún sobresaliendo, acompañan de forma equilibrada a los tracks que las rodean. De hecho, ‘Música Ligera’ hubiera sido un fin de fiesta perfecto sin los dos añadidos del pasado al final del álbum. Son un reclamos de streams, pero no aportan nada realmente al tracklisting.
Porque ‘A Un Paso De La Luna’ y ‘Se Iluminaba’, esas dos canciones de cierre, pueden haber sido las maestras de toda esta lección, pero Ana Mena ha sabido retorcerla hasta cumplir con nuevos deberes: ‘Bellodrama‘ la posiciona como it–girl, musa de verbena, de club y de fiesta casera. El drama quedó realmente atrás: es hora de disfrutar de los frutos del confetti y la barra libre.
8,2
Temas clave: ‘Un Clásico’, ‘Música Ligera’, ‘Ben & Jerry’s’.
