4,8 millones lleva vendidos el último álbum de Adele, ’30’. Unas cifras que palidecen en comparación a los 31,2 de ’21’ o los 23,8 millones de ’25’, pero claro, aquellos discos tuvieron algo que ’30’ no está teniendo: a la propia Adele. Porque mucho bombo en las semanas que precedieron a su salida, algo de bombo los días posteriores, y Sanseacabó. El último rastro de Adele en lo que a promoción se refiere fue su ‘I Drink Wine’ en los Brits de 2022, que para colmo de males tuvo cero impacto en el tema en cuestión. Una canción que iba a ser single, a pesar de ser claramente de lo menos funcional del trabajo, y que fue substituida -que diría Belinda– por ‘Oh My God’ en el último momento. Un single que Adele probablemente ni recuerda que existe.
Lo que parece que sí le ha venido a la cabeza son las miles de personas a las que la artista debe dinero aún: la cantante suspendió de forma indefinida su show en Las Vegas, pero sin cancelación oficial, nadie recibió dinero de los tickets comprados. Evidentemente, ni hablemos de vuelos y hoteles, a pesar de que Adele cancelara el primer concierto a apenas horas de tener lugar en la ciudad.
Pues bien, todo apunta a que Adele volverá a intentar su residencia imaginaria a finales de verano y lo hará cambiando de teatro, trasladándose al Zappos Theater, con una capacidad de 7.000 asistentes, prácticamente el doble del que tenía contratado. Con el cambio, Adele habría negociado también tener el control creativo absoluto del show, lo que, se rumoreaba, fue realmente el motivo de la cancelación de los primeros shows. Realmente, la excusa del Covid y las tardanzas no tenía ni pies ni cabeza.
Queda ver si Adele cierra fechas definitivamente, ofrece soluciones al público que dejó tirado en su momento -y al que debe agradecer, la verdad, el poco ruido que está haciendo a pesar de lo escandaloso de la situación- y recupera la promo de su último álbum, que, de lo contrario, ya puede ir pensando en cerrar trayectoria con 18 millones menos de público y un hit y medio.