Igual lo que viene necesitando Demi Lovato es un cambio de management a estas alturas. Porque si bien estuvimos muy preocupados con toda la historia de su sobredosis el pasado 2018 -madre mía cómo pasa el tiempo-, también es verdad que hay formas y formas de explicar las cosas. Y es cuestión de la visión de cada uno, pero nosotros no necesitábamos especialmente un documental que nos explicara con pelos y señales cada cosa que ocurrió aquella noche.
Si Demi había vomitado, en qué postura, a qué hora, qué amigo pensó qué, quién la dejó donde, quién la recoge y cómo… ‘Dancing With The Devil’ podía haber sido algo más confesional y acaba narrado en tono de documental criminal de Netflix. Cada minuto tiene más segundos de morbo que de información. Con su punto poco creíble además de gente súper cercana que lleva acompañándola años con sus problemas de adicción pero que, oh sorpresa, cómo iban a imaginar nada de eso. El papel de la madre y el padrastro, especialmente, es impresionante porque viven en otra galaxia.
Y el problema de base es que Demi ya venía contando algo muy similar en otro documental. Hace ya años. Y en muchísimas canciones. En los años más recientes en ‘Sober’, por ejemplo, que debía haber sido un redflag en toda regla y sirvió a su entorno para que… Julia Medina acabara interpretándola en un bar en ‘OT’, imaginamos. Porque todo el mundo la veía hecha polvo pero sigamos de gira y con doscientos compromisos. Insistimos, igual es el momento de cambiar de management.
Y luego está el nuevo single, también titulado ‘Dancing With The Devil’. Más de lo mismo, pero en clave banda sonora de James Bond. Producción e interpretación vocal pelín frívola, incluso. Es cada vez más complicado conectar con ella a este respecto porque, si bien sus problemas son evidentes e indiscutibles, sus pasos para ponerles solución son confusos.
Es tan importante darle voz a los problemas de adicciones y salud mental como saber cómo no terminar traficando con ellos.
