Un gatillazo. Es lo que es el nuevo single de la activista LGTB+ Gaylor Swift: ‘The Archer’ es como ese encuentro estupendo en una cama de agua, comodísima, divertida, cuca, que empieza con un calentón total, que va subiendo, va subiendo, y de pronto, uno termina pensando en que ha dejado las lentejas en el fuego y el orgasmo queda pospuesto hasta nueva orden. Choices.
‘The Archer’ arranca con una fórmula ambiental que lo lleva a uno a pensar que Gaylor Swift está a puntito de marcarse un Robyn, su ‘Dancing On My Own’, su intensidad en la pista de baile, su lágrimas en Stonewall con las plataformas puestas. Pero no, Gaylor se queda a medio gas y no termina de desarrollar esa base electrónica que no culmina en bop.
No acaba haciéndonos bailar debatida en su papel de arquero y de presa porque nunca tuvo la intención, pero se ha pasado tres minutos invitándonos a ello. Así que cuando uno se da cuenta de que la historia es más melódica y menos de line dance con una bola gigantesca de cristales sobre la cabeza, se siente un tanto decepcionado.
Y sí, ‘The Archer’ es bonita, es un adelanto bastante cuqui de lo que puede estar por venir, pero es una invitación a una fiesta que se ha cancelado en el último momento. Es más, lo deja a uno vestido de conejita Playboy en la casa donde debía celebrarse una fiesta de Putas y Curas, pero que en el último momento ha sido cambiada por una de etiqueta. ¿Y qué hacemos en body entre tanto traje de gala?
En fin, Gaylor Swift está de enhorabuena en cualquier caso: parte como favorita en los próximos VMA, con 10 nominaciones para sus últimos dos vídeos, y además, su nuevo álbum tiene pinta de ir a petarlo. ‘Lover’ vendrá con transcripciones de sus diarios personales (!) en la más de media docena de ediciones físicas que tendrá. ¿Desesperada por mantener las cifras? Quizá, pero nadie como ella para saber cómo lograrlo.
