Lily Allen parece haber decidido que si las radios van a ignorarla y sus temas ya no son capaces de acumular un montón de ventas y escuchas, va a pasar a hacer lo que le salga de la punta del sheezus. Y no está mal pensado, porque realmente, su anterior álbum, el tercero de su carrera, estaba repleto de bops y la gente respondió con un sonoro ‘hasta luego, Mari Carmen’, con lo que este paso al indie era lo más sensato. Lily Allen seguirá llenando un puñado de shows como para mantenerse en la industria, y grabará lo que le interese.
Así se demuestra con la carátula de su nuevo álbum, ‘No Shame’, previsto para inicios de verano, que no puede resultar más invendible para el gran público. Una foto desenfocada, una actitud bastante pasota hacia su vertiente más popular, y ni título ni nombre -imaginamos que después, Parlophone le pondrá una pegatinita bien hermosa en las tiendas.
El giro a lo underground de la nueva etapa de Lily Allen no sólo se deja ver en la portada del disco, obviamente, sino también en sus singles. Ya tuvimos un primer mordisco del proyecto mediante la pegadiza ‘Trigger Bang’, que no entró en rotación de radios ni con el apoyo del feature de Giggs, a quien Radio1 tiene cierto amor en el Reino Unido, y ahora tenemos un par más, bastante menos uptempo.
Por un lado, ‘Higher’, un medio tiempo de cierto sabor tropical muy medido, agradable a la escucha pero no especialmente emocionante en ningún sentido, que sigue la onda del nuevo R&B pero no de la mejor forma posible. Y por otro, ‘Three’, una balada muy marca de la casa que muestra a la Lily más contenida, muy al hilo de aquellos covers que grababa cuando quería colar un tema en el anuncio de Navidad de turno.
No suenan mal, simplemente no son tan interesantes como ‘Trigger Bang’. Esperamos de este proyecto algo más que melodías bonitas aunque algo desganadas y un envoltorio de cierto pasotismo.