Cuando One Direction se separaron, los perfiles de cada uno de ellos quedaron bastante claros en solitario: Harry iba a por el rock, Zayn a por el R&B con un puntito alternativo, Niall a por el rollo cantautor, Louis a por el pop y Liam se quedaba con el estilo pop-R&B, siendo, de primeras, el que más fácil lo tenía para colar sus temas en una radiofórmula.
Sin embargo, ha ido pasando el tiempo, y las cosas se han quedado algo confusas: Zayn ha lanzado temas con Sia y Taylor Swift que rompen con una carrera interesante más definida por canciones como ‘Still Got Time’; y lo nuevo de Liam Payne lo deja muy lejos de ese terreno Justin Timberlake en el que podía haber ahondado. De hecho, su perfil era, quizá, el de tipo más maduro fuera de la boyband: una cara con cierto encanto de padre de familia, tipo serio y con canciones pop pero algo más oscuras.
Como decimos, ese aspecto de Payne se rompe en ‘Bedroom Floor’, un previsible corte pop-tropical que redunda en esos estribillos en falsete que cualquier artista masculino de hoy día debe manejar si no quiere, por lo que parece, ser despedido de su discográfica. Y chicos, muy bien, el falsete es precioso de cuando en cuando, pero no necesitemos que todos hagáis de Gracita Morales cuando no viene a cuento.
El caso es que con ‘Bedroom Floor’, Liam Payne ha abierto la puerta a quedarse en un peligroso espacio Rita Ora, o incluso, apurando, el de su mujer, Cheryl Tweedy: ese de chico para todo que ahora lanza un tema pop, mañana hace R&B, y al día siguiente está en el escenario con Carlos Santana cantando rock latino. Lo mismo da ocho que ochenta, y una cosa tenemos clara; con esta fórmula, después de tantos años vigilando el pop: no se llega demasiado lejos.
