Apenas 6 puntos, provenientes de dos de los 39 países participantes en esta edición, cerraron el marcador de Blas Cantó anoche en Eurovisión 2021. El televoto nos otorgó un cero rotundo. En ninguno de los países participantes de este año se consideró que ‘Voy A Quedarme’ fuera una de las diez mejores canciones. Apenas en los jurados de dos de ellos lo consideraron. Un espectacular fracaso sólo empeorado por la marca de Manel Navarro en 2017, con 5 puntos del público y el jurado al completo dándole la espalda.
Pero, al menos, aquel año teníamos un gallo que nos ayudaba a comprender la situación. Con una performance de Blas Cantó estupenda a nivel vocal y a nivel de presencia escénica, ¿qué es lo que ha llevado a España a marcarse tal fracaso?
El desinterés general por la canción
Cuando fue presentada, ‘Voy A Quedarme’ fue aceptada con relativo entusiasmo, porque al menos representaba el estilo de su cantante. Ya que Blas Cantó había sido seleccionado por RTVE como artista para Eurovisión, qué menos que llevarlo con un material que tuviera cabida en su propia discografía. ‘Universo’ fallaba incluso en eso, con lo que la apuesta de 2021 era un paso adelante.
Pero nunca fue una canción competitiva, esto también se asumió desde el primer día. No tenía ganchos específicos, y jugaba todas sus cartas a la interpretación vocal de su intérprete. Pero cuando colocamos eso entre otras 26 performances, es una carta de bastante poco peso: Eurovisión suele estar repleto de vocalistas.
La escasa competitividad del tema se ha dejado sentir: en España, no se ha colado en ningún momento en el top100 de las canciones más escuchadas del país, ni en la lista de singles. En Spotify suma 1,7 millones de escuchas en su versión original. La versión en inglés no llega ni a 100k. Junto a James Newman, representante británico, apenas 3.000 escuchas.
No ha interesado ni al público español, como para interesar al externo. Y no es que Blas suela tener problemas con el streaming: ‘Él No Soy Yo’ acumula más de 40 millones en la plataforma, ‘Si Te Vas’ 13 millones, ‘No Volveré (A Seguir Tus Pasos)’ 12 millones. Hay temas en su álbum debut que sin ser singles acumulan los mismos streams que su canción eurovisiva.
Ni en una lista tan irrelevante como la de iTunes, que apenas mueve copias, se ha colado ‘Voy A Quedarme’ tras Eurovisión.
La absoluta falta de concepto y sus consecuencias
Tres escenografías decía RTVE que tenía pensadas para Eurovisión. Cuando Javier Pageo, escenógrafo, lanzó unas cuantas ideas interesantes para la performance en Twitter, Blas Cantó le respondió que “se estaba trabajando en esa linea”. Nada era cierto: en la final eurovisiva y en el backup por si algo fallaba se repitió la actuación de la preselección paso por paso. No hubo ningún otro concepto.
Es más, no hubo concepto alguno: una luna y unas estrellas para una balada. Una escenografía válida para cualquier balada de cualquier país. Porque esa es, literalmente, la primera idea que uno tiene para una balada. No se pudo tener más desidia al pensar en la escenografía.
Esa falta de escenografía y de concepto hubo que suplirlo a contrarreloj, claro. Y ahí surge la abuela, presente en el vídeo oficial, presente en cada entrevista, presente incluso cuando nadie preguntaba por ella. Había que forzar la emoción y el concepto porque ‘Voy A Quedarme’ iba totalmente desnudo al Festival. De eso, y no de la muerte de la mujer en cuestión, se reían en Noruega. El fallecimiento se había convertido en un sketch compra-puntos que no terminó dando ningún fruto. Suena fatal, pero es la realidad.
Si en vez de tratar así la situación, esa ausencia se hubiera incorporado a una puesta en escena, otro gallo hubiera cantado.
España ¿existe?
España iba última en apuestas cuando la gala dio arranque. Penúltima poco después, sólo mejorando el dato albanés. Nadie apostaba por España porque ¿dónde había estado España? Mientras Destiny, de Malta, se dejaba el presupuesto en anuncios en redes sociales e incluso incrustando su actuación completa como anuncio en Youtube, RTVE… llevó a Blas a actuar a Telecinco.
Y sí, también se paseó -sin cantar prácticamente en ninguno de ellos- por los shows de la Televisión Pública. Una televisión que nadie ve, por lo que el impacto de su presencia era mínimo en ese sentido, pero esa crisis de audiencias y relevancia de TVE es otro cantar. El caso es que la presencia de España se limitaba a compartir plató con Norma Duval a las 10:20 de la mañana y poco más.
Mientras tanto, la de San Marino cantaba ‘Bandido’, los de Bulgaria, Suiza o Francia se venían al prime time de mayor share de nuestra televisión y si no, daban entrevistas hasta al medio eurovisivo más pequeño. España cumplió con uno de sus clichés, echándose la siesta hasta el momento de trabajo final.
El curriculum previo
Evidentemente, el interés por la propuesta de España no era alto porque ¿a quién le importan a estas alturas las propuestas de España? Ni con un pop-dance, ni con una petardada uptempo, ni con la balada romántica, ni con la épica pop… España está de capa caída y esto ha provocado que el foco esté en otros países. En Chipre, que a pesar de sus resultados siempre genera interés con su diva petarda de turno; en Malta, que ha hecho del pop radio-friendly su sello de confianza; en Bulgaria, que canaliza la emoción en bonitas propuestas… incluso en Alemania, por haber sido este año la chorrada mayor. No tendrían los puntos, pero al menos sí los focos.
‘Voy A Quedarme’ también pagó el pato por tener unas antecesoras que dejaron a España en el suelo. Desde el año 2000, hemos sido top10 en 6 ocasiones. Hemos quedado por debajo del 20 en 12. Hemos bajado de los 50 puntos en una decena de ocasiones. No hemos superado los 100 puntos desde 1995.