Durante años, Jennifer Lopez ha sido una de las estrellas menos problemáticas de nuestra industria musical. De primeras, solo su batalla con Mariah Carey había empañado ese curriculum, pero el estreno de ‘This Is Me… Now’ -su último álbum, película y documental (aunque el docu lleve por título ‘The Greatest Love Story Never Told’)- han abierto la veda para que el gran público vea algunas fallas en un terreno que parecía no tener grandes accidentes.

El origen del problema, ‘This Is Me… Now’

Si algo ha dejado expuesto el estreno de la película musical ha sido algo que el público actual tolera relativamente mal: una estrella de narcisismo infinito. La clásica popstar de los 90 y dosmiles, que es lo que Jennifer Lopez es, con su derroche de ego, su barroquismo y un discurso completamente vacío que, está convencida, servirá para que mucha gente se sienta identificada con él.

La premisa de ‘This Is Me… Now’ es fácil: Jennifer se enamora de Ben Affleck, la relación se rompe y pasa por un puñado de la reaciones hasta que se reencuentra con él y vuelven a ser felices y comer perdices. El principal problema del argumento salta a la vista: no hay demasiada historia que contar. Pero ahí es donde entran los excesos de Lopez en juego: de forma no irónica por norma general, Jennifer reviste su historia de amor de una historia de empoderamiento, de superación de trauma infantil, de supervivencia de abusos y de aprendizaje que está tan cogido con pinzas que a ratos, en vez de un proyecto audiovisual, parece un tendedero Marta.

Y ella, claro, ha encajado en esa narrativa la mayor parte de temas de su último trabajo. Y así se da que donde ‘Can’t Get Enough’ -el primer single de esta movida- tiene un contexto de triple boda en el que Lopez se ríe de sí misma con bastante tino, en el capítulo de maltrato emocional suena ‘Rebound‘ -un tema de corte “un clavo saca otro clavo” que poco tiene que ver con lo que se ve en pantalla (¡ojo! la regraba después en remix con Anuel AA, acusado, entre otras cosas, de haber abusado de una menor y de malos tratros)- o se pone a cantar la espantosa balada ‘Broken Like Me’ en una sesión de terapia amorosa en clave alcohólicos anónimos que intenta vendernos totalmente en serio.

Todo hubiera sido mejor si el humor hubiera bañado más el proyecto, pero claro, el público queda bocabierto cuando descubre que no, que Jennifer Lopez es esa persona que se toma absolutamente en serio su narrativa. Excepto por momentos puntuales. Muy puntuales.

El techo del problema: ‘The Greatest Love Story Never Told’

La película, a pesar de las buenas críticas en Rotten Tomatoes (imaginamos que por su aspecto técnico, que ahí sí, es delicioso), es un esperpento. Pero donde Jennifer toca techo en ridiculez en el documental sobre cómo llevó a cabo el proyecto.

En favor de ella hay que decir que es absolutamente honesto. Y bien es cierto que esa honestidad es un rara avis en un momento en el que nos hemos acostumbrado todos a documentales publicitarios que no hacen sino masajear al artista protagonista en cuestión. Pero claro, del masaje a la manta de guantazos hay un trecho y Jennifer Lopez ha acabado en la UCI tras la emisión de esto.

En ‘Love Story’ queda muy expuesta: literalmente todos a su alrededor le hablan de lo mala idea que es realizar este proyecto, los estudios se niegan a financiarlo, los invitados le dan negativas… de hecho, se ve como lo hacen Ariana Grande, Jason Momoa, Lizzo, Snoop Dogg, Jennifer Coolidge o Khloé Kardashian, pero también se intuye que se niegan Bad Bunny, Anthony Ramos y Jane Fonda termina accediendo porque vemos a Jennifer prácticamente rogarle al teléfono. Pero ella insiste: está convencida -momento de altísima delulez– de que el proyecto es su opus magna. Pista: no lo es.

Durante la grabación se la ve meticulosa, exigente, determinada y trabajadora, pero claro, todo su esfuerzo va dedicado a lo que va. Ni Ben Affleck, que aparece en el film y en el documental, está muy convencido de lo que Jennifer está haciendo.

Y en medio de ese despliegue de recursos millonarios, de entornos de presupuestos sobrehumanos, Jennifer intenta encontrar hueco para empatizar de nuevo como la chica adolescente del barrio del Bronx. Y en la era de los vídeos virales, su intentona la deja más que nunca como vecina de Beverly Hills.

La primera gran consecuencia: El block contra Jenny

Jennifer Lopez ha capitalizado toda la vida dos cosas: sus orígenes latinos -sus padres son portorriqueños- y su juventud en el Bronx. Con esa idea como colchón funcionaron ‘I’m Gonna Be Alright’, ‘I’m Real’, ‘Jenny From The Block’, ‘All I Have’… pero claro, los dosmiles eran una época de gusto por el artificio y un público al que le gustaba el concepto de estrella que era inalcanzable y articifioso. No estaba a mano, existía en un plano de fantasía, magia y tremenda distancia. El mínimo empeño por parecer cercana se recibía con entusiasmo.

Pero hoy día, con la inmediatez de las redes sociales, el continuo mensajeo y la sobreexposición, estamos en un punto opuesto: a las estrellas se les ven las costuras porque aparecen ahí día a día. Y Jennifer siempre ha tenido detrás una buena retoucherie.

En ‘This Is Me… Now’ se han creado varios momentos parodiables: ese en el que asegura que iba a la bodega (estas tienditas que venden de todo) en el Bronx a pedir “un rollito de jamón y queso, una bebida de naranja (el que lo entiende, lo entiende) y una bolsita pequeña de patatas” o en el que se atusa el pelo convencida de que luce como cuando tenía 16 años y “corría de un lado a otro por el Bronx”.

Claro, no ha tardado gente en salir a explicar que en una bodega nadie pide así o gente a hablar de la época en la que Jennifer iba a la escuela en el Bronx, para desmitificar su realidad de por entonces. Especialmente, en cualquier caso, los más críticos tienen razón en algo: durante años, Lopez ha creado un vínculo continuado con el Bronx que apenas sirve para romantizar sus orígenes a nivel comercial, porque su relación con el barrio y sus posibles acciones de mejora han sido nulas.

La segunda gran consecuencia: su capacidad artística, en la cuerda floja

Ya sabemos cómo funciona esto: caído el árbol, aparecen leñadores de todas partes para calentar su chimenea. ‘This Is Me… Now’ expone un gran problema en Jennifer Lopez: su evidente falta de talento para la música. Durante años, Jennifer ha tapado estas carencias con una buena performance, pero también la industria ha pasado página e incluso los buenos performers tienen ya un plus detrás. Jennifer no canta bien -eso es obvio, ‘Broken Like Me’ o la canción que da título al disco suenan desafinadas incluso en estudio-, ni ha estado especialmente involucrada en la creación de los álbumes, ni tiene un nivel de gusto altísimo, ni es una gran letrista. Su proyecto como cantante se ha basado en baile y en, hasta hace unos años, momentos de visión artística decente. Digamos que una racha que duró lo que duraron sus cuatro primeros álbumes.

Tras el estreno de la película y el documental ha resurgido los virales de sus fails en directo y sobre todo su dependencia del trabajo ajeno: decíamos al arranque que su principal problema fue con Mariah Carey. Esta última jamás le ha perdonado que le robase el sampler que pretendía utilizar en ‘Loverboy y terminó en ‘I’m Real‘ por una jugarreta que involucraba a la discográfica. Pero Jennifer se ha servido muchas otras veces de proyectos ajenos: en ‘Play‘ podemos escuchar a Christina Millian hacerse cargo de todo el estribillo, en ‘Ain’t It Funny’ Ashanti suena más que Jennifer, mientras ‘Ain’t Your Mama’ se vale de la voz de Meghan Trainor para sostener la melodía. Se mantuvieron las voces de sus demos en la versión final. Acreditándolas. Pero no siempre fue así y ahí es donde llega el problema. Y justo con el tema clave.

Jenny From The Block’, la canción más Bronx de todo el catálogo de Lopez, está parcialmente cantada por Natasha Ramos. La cantante ha asegurado que grabó la demo a cambio de 3.500 dólares accediendo a mantener algunos de los coros. Pero finalmente, y sin su permiso, mantuvieron los coros, pero también algunos adlibs, el grito de ‘from the Bronx!’ y la risa del track. Básicamente todo lo que no es voz solista en los versos es obra de Ramos. Quien, tras un enfrentamiento con el productor del tema, Cory Rooney -este le pide un beso con lengua a cambio de su participación (!)-, se queda fuera de los créditos. No aparece ni como corista, a pesar de ser la voz principal de la canción.

La consecuencia final: el fiasco de ‘This Is Me… Now’ y el daño a la marca J.Lo

La película no arrancó ni tan mal, con un #1 en Prime Video -también es cierto que quién sabe cómo funciona eso- en los primeros días y como la película más comprada en plataformas de Estados Unidos. Aunque bien es cierto que, considerando que el presupuesto del proyecto era de 20 millones, difícilmente Jennifer habrá conseguido ganancias de todo eso. Ahora bien, el verdadero agujero comercial ha sido el álbum.

‘This Is Me… Now’ debutaba en el #38 de Estados Unidos con unas 18k vendidas. Apenas vendió 11.000 copias de un formato físico que contaba con cuatro ediciones diferentes (discolibro, dos vinilos y CD). Resistió una semana en Billboard, por lo que sus datos actuales es complicado que superen las 30-35k unidades en el país. Sus únicos top10 globales se daban con el #6 de Austria y el #8 de Bélgica. En España, donde marcó uno de sus mejores datos mundiales, apenas fue #20. En el Reino Unido no pasó del #55. Si hace una década su último álbum, ‘AKA‘, ya se consideró un fiasco, no hace falta que os expliquemos cómo se ha visto este.

Y con todo esto, llega el daño más importante y el que más necesitará controlar: el daño a la ‘marca J.Lo’. Porque una celebrity 360 como ella puede hacer frente al fiasco de un álbum. Incluso al de la propia gira. Pero si es su persona la que queda ridiculizada, al borde de la parodia, vista como alguien de quien crear memes en TikTok y que luce delulu, el problema es mayor.

Porque Jennifer Lopez no se sostiene con la música. Se sostiene como concepto. Para campañas publicitarias, marcas, proyectos cinematográficos, documentales… su status de estrella no puede verse comprometido. Y ‘This Is Me… Now’ la ha dejado con el culo al aire. Más vale que, como contaba aquellas leyendas urbanas, lo tenga bien asegurado.

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