Que se preparen las clases trabajadoras de Estados Unidos, porque la sindicalista demócrata TayTay ha vuelto para hacerse cargo de todos sus problemas laborales, tiene la maleta en mano para negociar royalties con Spotify, y llega con un semblante positivo, dispuesta a hacer del amor y la justicia su arma base, porque para eso es ella Sailor Moon. Lo mismo, a estas alturas, hemos liado un poco el speech de inicio.
Lo que parece claro que es TayTay ha vuelto volando con un paraguas desde el cielo, o atada a la cometa de North West mientras esta la volaba en su parque privado rodeada de guardaespaldas cantando aquello de “chim-chim-ney” -la canción, no el nickname de Britney si se metiera a limpiadora de chimeneas-. Todo en el vídeo de su nuevo single desprende un aire a ‘Mary Poppins’ en las escenas en las que se meten en obras de arte, salvo el inicio, en francés, que parece un sketch de humor de ‘Las Chicas Gilmore’.
‘Me!’ es el regreso de la vieja Taylor, que ya puede coger el teléfono después de meses de no pagar las facturas de Airtel, es un número de ‘Glee’, es una canción con tanto azúcar que de ella haría Celia Cruz un lema y Alma Obregón una cadena de tiendas de cupcakes, que quebrarían a la semana siguiente porque no hay cosa más demodé.
Taylor se pasea por la ciudad, negocia vestida de traje los ingresos que van a llegarle de los más de 13 millones de reproducciones que. en apenas 3 horas, ha tenido la canción en Youtube, y se reconcilia con Brendon Urie en medio de chorretones de pintura. Romántico, sin duda: a esto debía referirse él, en su propio tema, cuando decía que tenía “high hopes for a living”.
La vieja Taylor está de vuelta en ‘Me!’, sólo hace falta que se haga así en la manga, que le sobra un poco de azúcar para cerrar un comeback redondo, y lejos de perfiles en body de piel de serpiente que maneja fatal.