Cualquiera que no haya estado viviendo en una cueva o siga viendo cortes de vídeos de Amador Rivas en TikTok sabe que Sabrina Carpenter es la popstar absuda de esta década. Y lo es, además, con la fantasía de estar dejando un catálogo pop más que notable a espaldas, mientras sigue haciéndonos sonreír en el escenario. Que os digo una cosa, en una era en la que todos los artistas quieren ser el más experimental, el más moderno y el más retorcido a nivel creativo, ver cosas tan sencillas y efectivas en escena resulta hasta refrescante.
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Sabrina —y su equipo, al que llamaremos Salem, para seguir con aquello de obrar esta magia— ha pasado esta semana por Saturday Night Live y ha vuelto a firmar dos estupendas performances para promocionar su séptimo álbum de estudio, Man’s Best Friend. Actuaciones dorayaki: redondas, deliciosas y con contenido.
Para Manchild, Sabrina ha montado una actuación de habitación (¡cantándole a un cepillo micrófono!) mientras jugaba tanto con el decorado que lo de Playmobil ya excede las comparativas de altura. Y para la otra performance de la noche ha elegido presentar Nobody’s Son. Una canción no single, para seguir impulsando el álbum completo y no hacerlo tan dependiente de sus dos adelantos.
Y la elección ha sido brillante, no solo porque sea de los temas más pegadizos del disco, sino por la forma en la que la ha llevado a televisión. Con una actuación en un pie de micro, aparentemente inmóvil, mientras dos bailarines hacían karate detrás. De pronto, Sabrina se ha liado a romper maderas y dar patadas al ritmo del tema.
Brillante y absurda como un escaparate del Bijou Brigitte.