Ruth Lorenzo no pasa por su mejor momento comercial con ‘Loveaholic’, y no ha hecho esfuerzos banales por disimularlo en redes sociales, algo que, en un mundo de eufemismos como es el musical, es de agradecer. Después de que el disco se colara al #9 en la lista de ventas pero se desplomara rápido -esta semana resiste en el #89 tras cumplir un mes-, la artista está sufriendo para conseguir que la venta de entradas de su show compense el gasto que llevarlo a cabo supone.
Por tanto, ha decidido cancela el ‘Loveaholic Tour’ once conciertos semi-acústicos después de arrancarlo, suspendiendo los conciertos de Bilbao, Málaga, Zaragoza y Valencia. La cantante, que ha autoeditado el álbum, ha publicado un comunicado en redes sociales que dice lo siguiente:
“Sería más fácil escribir un comunicado diciendo “por causas ajenas al artista nos vemos obligados a cancelar”, pero no es así y quiero seguir manteniendo esta relación de total sinceridad con todos vosotros.”
Pero, ¿cómo ha podido fallar la segunda era de Ruth Lorenzo? Hay algo evidente, y es que Ruth Lorenzo ha firmado un disco contundente, competitivo y con un buen primer single, ‘Good Girls Don’t Lie’ -que además ha tenido el apoyo de Los40-, que no hacía presagiar la debacle del proyecto, pero sí lo hacían otras cosas.
En cierto modo, Ruth Lorenzo es casi una artista debutante. Y las cosas están muy complicadas en la industria actual: viniendo Ruth de un ‘Planeta Azul’ que dio resultados irregulares, y habiéndose liberado del contrato con un sello importante, la estrategia de ‘Loveaholic’ ha sido excesivamente arriesgada. Ruth ha lanzado el álbum completo con apenas un single precediéndolo, casi a la antigua usanza, aunque hubiera editado algunos temas promocionales las semanas anteriores a que el disco viera la luz.
Quizás lo inteligente hubiera sido ir paso a paso, hacerse un Dua Lipa, un Zara Larsson, un Anne-Marie, o por poner ejemplos más locales, un Blas Cantó o un Ana Mena: ir lanzando singles paulatinamente hasta enganchar a un público suficiente como para hacer funcionar al disco y viabilizar un tour. De lo contrario, apenas el público residual de su anterior trabajo y el primer single se anima a comprar el disco y, menos aún, una entrada para la gira.
Y sí, hay algo evidente, y es que Ruth Lorenzo es una artista que no merece pasar inadvertida: en una industria mainstream española abandonada al pop más predecible, es de las pocas que pone el mínimo interés por internacionalizarse, y llevar a cabo el trabajo suficiente para marcarse un proyecto en condiciones, tanto en estudio como en directo. Una pena que este tipo de lanzamientos necesiten de estrategias enrevesadas en el país, pero así son las cosas.