Rosa López ha autoeditado esta semana su nuevo álbum, ‘Señales‘. Un disco con 8 tracks, un acústico y una remezcla, que tiene el problema habitual que presenta la carrera de Rosa: cada pista es de su madre y de su padre, con lo que el público pasa tres minutos escuchando una bachata, luego un dance, luego una balada al piano. No es un álbum, es un recopilatorio de canciones unido por una impostada escenificación de una Rosa López superando sus temores. Una narrativa que más de veinte años después ya se hace bola.
Lo peor del caso es que Rosa atina por momentos en el disco: lo hizo como nunca en ‘Vacío‘, el mejor single de toda su carrera discográfica, y lo hace también en ‘Miedos‘, el tema que acompaña al lanzamiento como colchón. La canción tiene una letra personal, empatizable, reconocible como atada a su autora, y la producción -que igual necesitaría un vuelta y vuelta extra- la posiciona en un dance-pop muy ‘alpha‘ gone cuarta década de vida.
Esto está bien que lo haga, está divertida, está graciosa. Está bien que lo haga. Pero estaría mejor aún que lo hiciera con un objetivo, porque las ideas las tiene. Y ha grabado una canción que vocalmente tiene una exigencia normal, que podría defender en shows… ¿por qué no continuar por ahí el proyecto? Centrarse en una etapa más dance, por ejemplo. O en una más melódica, si quiere tirar por el rollo ‘Vacío‘.
Aunque visto el vídeo de ‘Miedos‘, y a poco que uno siga a Rosa en redes, creemos que le apetece más un baile, unas trenzas de colores en el pelo y un dejarse llevar. Y aquí se deja llevar con una buena guía. Si es hora de bailar, démonos al baila. Aunque sea en la mitad de la Gran Vía madrileña. La cuestión es no dejarse confundir por el ruido del tráfico mientras uno lo da todo.
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Será tu rollo si: quieres bailar pero no salir de casa, te encanta Paulo Coelho, leiste un artículo en la revista Quo que después comentaste con todos tus amigos.
