Empieza a dar la sensación de que a Camila Cabello le cuesta publicar álbumes. Su debut arrancó con algunos problemas, singles con los que el público no conectó y un replanteamiento que finalmente se salió bien, gracias a ‘Havana’, pero también a un puñado de canciones que animaron el tracklist del debut. Lo interesante de aquel disco, sin embargo, radicaba parcialmente en descubrir qué camino iba a seguir Camila Cabello como artista en adelante. Ella se inclinaba pop un pop más melódico, el público la empujaba a ser más latina.
Este segundo disco, ‘Romance’, también ha sufrido lo suyo para ver la luz: Camila lo ha presentado con una táctica confusa, la de no ponerle fecha e ir publicando prácticamente la mitad del trabajo antes de que viera la luz. Sin un single promocionado por encima de ningún otro y un puñado de vídeos, ‘Romance’ veía la luz casi de pronto, sin dar pábulo al posible hype que debía rodearlo.
Antes de seguir hablando del álbum, veamos cuáles son las claves que describen la segunda era de Cabello:
Dream pop que no termina de dibujar un perfil
‘Romance’ habla de amor, con un mensaje generalmente positivo, reflejo de la situación actual de Camila, enamoradísima -aparentemente- de Shawn Mendes. Una historia que es clave para entender los mensajes de “no haberse sentido nunca así de querida”, “poder acostumbrarse a esta situación”, etc. que inundan el trabajo.
Un exceso de azúcar que es hilo conductor sobre una base dream pop que no termina de dejar nada claro. El disco, cuando se termina de escuchar, queda como un borrón en el que el amor se presenta sobredimensionado, falto de capas, de novela romántica cliché y como de banda sonora de dramedia de catálogo. Lo mismo da que en ‘This Love’ Camila pruebe con un perfil algo más soul o que se ponga más oscura en la más lírica ‘Bad Kind Of Butterflies’. La historia empieza y acaba en el mismo puntos, sin matices, como en piloto automático.
Y sorprende precisamente porque Camila Cabello es una excelente cantante. Pero no una buena intérprete. Podría tomar como referente a su amiga Taylor Swift, que ha inspirado inequívocamente el sonido de muchos tracks: ella no es una cantante brillante, pero sus historias calan. Es creíble. Y como muestra, un botón, una ‘Lover’ con menos revoltijo de notas que cualquier track de ‘Romance’, que, sin embargo, dice mucho más que el disco al completo.
Un ‘Romance’ con pocos momentos de pasión
Y mientras toda la estética parecía presentar a Camila como un ser pasional, el tracklist del disco resulta frío, monótono… uno pierde la cuenta de cuántas veces cree haber escuchado la misma canción con diferente letra. En ocasiones ni siquiera eso. Pero también hay luz entre tanta soporífero oscuridad: Camila sí se muestra pasional en la brutal ‘Shameless’ -con diferencia el mejor tema del disco- , se toma algo menos en serio en ‘Liar’ y pasa hasta por divertida y en ‘Cry For Me’ da el pego de estrella del pop-rock libre de ataduras.
Pero el disco desaprovecha muchas oportunidades: como los arreglos de inspiración Santana de ‘Should’ve Said It’, que no terminan de explotar ni lucirse como es debido, como ocurre con ‘My Oh My’, de cierto aire latino, pero no. Parece que el miedo a ponerse racial paraliza a Camila, que está empeñada en salir de la fórmula ‘Havana’ sea como fuere. Aunque tenga que ser por la puerta trasera de la inspiración.
Y es una pena, porque en ese perfil se maneja de lujo: cuando se permite ser más divertida, cuando se permite salirse del tiesto, cuando se deja de medidas perfectas y vocals encorsetados, Cabello tiene un buen disparo a diana.
¿Sobran canciones o sobra una fórmula?
Pero ‘Romance’ se hace largo. En ‘Camila’, la artista supo condensar sus referentes en una decena de canciones, pero al incluir cuatro más en su nuevo álbum, lo ha transformado en aburrido. La cuestión es que uno no sabe muy bien si le sobran las canciones extra o alguien debía haberle insistido más a Camila para que la fórmula del dream pop con estribillo en falsete la guardara para sólo un par de temas.
‘Living Proof’, ‘Easy’, ‘Dream Of You’, ‘First Man’… todas guardan tantas similitudes, tienen una melodía tan dulzona, un estribillo tan agudo, un mensaje tan simplón… que se pierden en el tracklist y lo arrastran hacia el aburrimiento. Son canciones, como puntualizábamos antes, no malas per se ‘Living Proof’ podría haber sido de las destacadas en un álbum más breve y rotundo, por ejemplo-, pero que se repiten en exceso. Y como decíamos antes, no tienen mucho que ver con la Camila “persona”, esa que se muestra tan natural, espontánea y dicharachera en los backstage y entrevistas. Aquí todo da la sensación de estar excesivamente bajo control.
Camila ha puesto tanto esfuerzo en ‘Romance’ que se nos rompió el amor de tanto usarlo. Lo suyo con esta fórmula pop-rockera, sin dirección, es una de esas relaciones que están abocadas al fracaso porque todo es de un rutinario espantoso. Necesita algo con lo que animar el cotarro y, francamente, el efecto ‘Liar’ no dura lo suficiente como para servir de terapia de pareja entre el oyente y el álbum.
Necesitamos que Camila se sacuda los complejos y firme un disco que, lejos de intentar venderla como una artista completísima, como es el caso, la muestre más directa, más imperfecta, más apasionada, más comunicadora… más real. Por ahora, lo que hemos escuchado apunta a que con este disco, lo nuestro va a ser poco más que un aquí te pillo aquí te mato. Queda por ver si el público general se va a abrir a una relación más estable.
Temas clave: ‘Shameless’, ‘Liar’, ‘Cry For Me’