No es como si Nicki Minaj acabara de reclamar el título de Barbie, claro. De hecho, los fans de la artista se llaman «barbz» porque originalmente la rapera se denominó a sí misma como una «Barbie Harajuku». Como si le pusiéramos cincuenta complementos de brilli brilli encima a la Barbie veterinaria y dejáramos al pobre gato al que atiende ciego de un ojo de tanto brillo. Nunca se tiene uno que fiar de una consulta médica hecha por completo de plástico. Salvo que esté uno en Marina D’Or y no le quede otra que acudir a esa.

Lo que decíamos, llevamos una vida acompañados de la unión de Nicki Minaj y Barbie, pero el concepto se ha llevado a su esencia en el vídeo de ‘Super Freaky Girl’, su último single. Y es que Minaj no sólo ha basado en el look en el de la muñeca, sino que todo el setting del clip está pensado como un Wisteria Lane de Mattel. Si Mattel lo dirigiera Torbe, claro, porque las sutilezas de ‘Super Freaky Girl’ se pueden contar con los dedos de una mano.

En Barberia Lane hay mucho muchacho con elementos de corte erótico cerca de lo que comunmente se conoce como el pito, mucha referencia a gente eyaculando y una Nicki Minaj entregada a la causa del softcore plastificado. Eso sí, con ella en el poder, que para eso es la Barbie de todo ese set.

Y tiene la titulación de chef, la licenciatura en jardinería, la diplomatura de coreografías en la calle y sobre todo, un FP de soldadura que se le termina yendo completamente de las manos cuando agarra la pistola y le prende fuego a su casa. Que también es normal, considerando lo caliente que va todo el mundo en ‘Super Freaky Girl’. Así están de felices cuando llega al final.

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