Natasha Bedingfield, hermana de Daniel Bedingfield -descanse en paz- y tercera pata de esa mesa de artistas británicas de prominente dentadura, que sostienen junto a ella Paloma Faith y Billie Piper. Uno nunca sabe si se trata de la artista real o de una imitación de Silvia Abril para ‘HomoZapping’.
El caso es que Natasha Bedingfield está tratando de marcarse un comeback. Porque sí, en 2004 Natasha Bedingfield se marcó un puñado de hits, hasta que un anuncio de champú se cruzó en su camino y desde ahí todo fuera cuesta abajo. Más o menos como le ha ocurrido a Edurne en España, sólo que el suyo no era Herbal Essence, sino Pantene. Aquel anuncio hizo que ‘Unwritten’, que ya había sido un hit en el Reino Unido, saltara al mundo entero y la terminara dejando como una one-hit-wonder.
A pesar de los anteriores hits. A pesar de que en la loquísima ‘I Wanna Have Your Babies’ saliera Nadine Coyle. A pesar de lanzar un tema con el título ‘No Mozart’. Qué desastre. Y es que su discografía quedó desdibujada hasta que en 2010 lanzara su último trabajo ‘Strip Me’ (‘Strip Me Away’ en Europa).
Desde entonces, sí, ha colaborado en esta o aquella banda sonora o anuncio y ha publicado algún single por si sonaba la flauta, pero ella no era el Flautista de Hamelín. Hasta 2019, no se había atrevido a dar el paso de anunciar un disco completo. Y este, el cuarto de su carrera, verá la luz el 30 de agosto bajo el título ‘Roll With Me’.
Hasta ahora ha publicado dos singles producidos por su nueva madrina, Linda Perry, que ha dado forma a hits de Christina Aguilera, Adele o Alicia Keys. El primero, ‘Roller Skate’, tiene su gracia con el puntito funk-pop; el segundo y más reciente, ‘Kick It’, es una bastante poco interesante composición pop que aprovecha entre cero y nada la voz de la artista.
Va a necesitar bastante más que suerte por ahora. No hay acondicionador que vaya a suavizar todo esto.