La cuarta semifinal del ‘Melodifestivalen‘ coronó a sus dos grandes favoritos y eligió a los dos repescados un poco entre el ruido del EDM, la explosión imposible de colores y, con toda seguridad, tantos dolores de cabeza en la audiencia que se disparó el consumo de Ibuprofeno en el país.

Resultados de la gala


Directos a la final


Danny Saucedo se ganó al público un poco por la inercia de su popularidad base y otro poco por presentar una canción que grita Suecia como solo podría hacerlo un plato de albondigas en Ikea. Bombazo EDM con Danny colocado -de situación, no de cena navideña en casa de los Matamoros– en las puertas de algo que termina llevándole al cielo. Sin mucho esfuerzo, hemos de decir, porque deja en manos del espíritu ravero todo el subidón de la canción. El baile se lo monta cada uno en su casa con esta suerte de ‘When Love Takes Over’ en anfetas.

Dotter ganó el voto de la gala con ‘It’s Not Easy To Write A Love Song’, un medio tiempo pop clasicón muy del gusto del público del Melfest, que hace sólo un par de años hizo ganadora a una canción de su clase. Dotter lleva la puesta en escena a un absurdo exquisito: el de contonearse en un piano como si fuera Rosa López en ‘Something‘, solo que en el caso de Dotter el piano no lo toca nadie. El piano podría ni estar sonando en la canción y nadie se daría cuenta, porque lo esencial es que ella estuviera haciendo de Eva Nasarre sobre él sin perder el tono del tema.

Segunda oportunidad: pase a la repesca


Albin Tingwall se ganó un pase a la repesca posiblemente habiendo animado al público a votar por él porque… pobre. Lucía estudiante que llega de un país extranjero, está completamente descolocado y busca encajar con propuestas que el resto ya había ejecutado hace una década. La canción, la escenografía, el look de persona que no sabe si sale de una gala de ‘Factor X’ o de la Kelly Family… todo sonaba a querer contentar a la gente. ¿La buena noticia? La contentó.

En el caso de las Scarlet, ‘Circus X’ es lo que el jurado del Benidorm Fest y Mónica Naranjo considerarían una propuesta rock. Evidentemente no lo era. Era una canción EDM bastante chustera con una estética de gala de Halloween en un instituto privado que ha tenido presupuesto para pantallas EDM. Si esto fuera la preselección para participar en el Circo Del Sol, posiblemente el equipo saldría huyendo. Pero siendo la de Eurovisión… también.

Descalificadas


Lia Larsson se presentó en el escenario con lo que sería una fiesta de pijamas de NataliaOT‘, si Natalia estuviera borracha cuando la organizaba y todos sus amigos hubieran llegado hasta el culo. Y todos sabemos que Natalia, aún y con esas, iría en triquini. ’30 KM/H’, empezaba como una canción para los Teletubbies, pero según iba avanzando descubría uno que en realidad era una de botellón en mitad del campo de esos peluches con pantalla. Hasta el bebé sol hubiera acabado en coma etílico. Especialmente si hubiera querido concluir la canción completa.

Y en mitad de todo el despiporre, la propuesta folkie pop de Lasse Stefanz, que estaba más fuera de lugar que la Mari de Chambao en un Apple Store. El hombre tenía su canción cuqui en sueco, su espíritu rural, sus ganas de apelar al público más adulto, pero a esas alturas de la noche la gente estaba tan desbordada de beats absurdos que no había un momento para la calma. Ni para hombres disfrazados de Amador Mohedano una tarde de pesca.

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