Justin Timberlake ha publicado su cuarto (¿quinto?) álbum de estudio en el peor momento posible: justo cuando la industria americana parece vivir un proceso feminista de guión, y la atención está puesta en apuntar con el dedo sin ton ni son, en un despliegue de postureo que ya podía tener algo más de real.
Evidentemente, el primero en la lista de caídas había de ser Justin Timberlake, que había llevado a cabo una serie de movimientos comerciales no especialmente feministas a lo largo de los años, con lo que la pista de aterrizaje de ‘Man Of The Woods’ no se esperaba libre de obstáculos. La mala gestión de su aparición en la Super Bowl, sus relaciones personales y un arsenal de declaraciones le complicaban el comeback, y Timberlake hacía poco para remediarlo: su vídeo feminista para ‘Supplies’ y su aparición en los Globos De Oro con una chapa de ‘Time’s Up’ no le valieron más que aún más críticas.
Por tanto, con tanto revuelo negativo alrededor, el contenido del disco casi quedaba en un segundo plano, pero ni esto consiguió regularlo bien Timberlake: la presentación de ‘Man Of The Woods’ y el principal single actual del álbum, ‘Say Something’, habían dejado caer que el álbum sería conceptual, y que Justin navegaría por los sonidos americanos adaptándolos al suyo propio. Es decir, que el disco se presentaba con una intencionalidad que, en realidad, mostraba después más bien poco con su escucha.
Pero antes de seguir hablando del álbum, quedémonos con nuestros tres cortes favoritos del álbum:
Midnight Summer Jam
El más claro ejemplo del engañabobos que resulta ‘Man Of The Woods’ es el segundo corte del álbum, la más que bailable ‘Midnight Summer Jam’, que podría haber tenido perfecta cabida en el primer volumen de ‘The 20/20 Experience’. Justin Timberlake es un maestro de funk elegante, el modelo de crooner bailable y el entregarse a la pista de baile sin salirse del tiesto. El problema es que, habiendo anunciado que el tiesto sería nuevo modelo, este se queda algo visto.
Higher Higher
Es como si tomáramos ‘Señorita’, de su primer álbum, ‘Justified’, y la trasladáramos al escenario de 2018, con un toque latino que tiende más al Santana de ‘Supernatural’ que al estilo de Luis Fonsi, con un Timberlake maduro, tirando de riff de guitarra con encanto, y un estribillo oda al amor que reza “el éxito está bien, el dinero es genial, pero tú eres especial”. Timberlake mide bien los versos y el estribillo para que su estilo de hacer las cosas prevalezca sobre cualquier arreglo de Pharrell Williams.
Montana
Es una de las canciones más cálidas del álbum, y posiblemente en las que Justin Timberlake más conocimiento tiene sobre su voz y sí mismo. La letra romántica (“cuando necesite una brújula, sabré que estás ahí”) se deja envolver por una textura a cargo de The Neptunes muy marca de la casa, entre el funk, el disco y el pop más sofisticado. Un corte clásico a más no poder de la casa Timberlake, que demuestra, al fin y al cabo, dónde se maneja mejor el cantante, sin adornos.
En resumidas cuentas: hay dos cosas que fallan terriblemente en ‘Man Of The Woods’. Por un lado, como ya hemos explicado, el timing, que le ha ido muy en contra al intérprete, y por otro, la malinterpretación de la intención del álbum. Sí es cierto que durante el trabajo, Timberlake coquetea con sonidos típicamente americanos, pero también es cierto que no es la primera vez que lo hace, y que el único hecho que hace relevante el uso de los mismos este 2018 es que haya sido anunciado como evento por el propio cantante.
Es decir, si nadie le dio mayor importancia a que ya tocara estos palos en ‘Drink You Away’ o la más acústica ‘Not A Bad Thing’, nadie se lo hubiera dado a que lo haga ahora en ‘Say Something’ o ‘Sauce’, donde el sampleo roza lo cómico y no está nada lucido. El tan anunciado “giro country” no es más que un engañabobos que intenta venderse incluso en la carátula del álbum: no hay nada country en temas clasiquísimos como ‘Morning Light‘, ‘Breeze Of The Pond’ o incluso su primer single, ‘Filthy’, que es un fantástico tema funk de corte electrónico, pero que dista mucho de tener alguna conexión con la imagen gráfica de ‘Man Of The Woods’. Ni esa, ni la más hip hop ‘Supplies’, bastante torpe en su melodía, ni tan siquiera ‘Livin’ Off The Land’, por mucho que intente el acercamiento mediante su tempo y su melodía de guitarra acústica.
El supuesto bosque se aprecia bien poco, y eso que en los interludios una voz te invita a “mirar entre los árboles”. Un denso follaje, inmóvil en su sonido desde 2003, en el que apenas da tiempo a asomarse por una ‘Flannel’ que bordea la canción de cuna, o un ‘Young Man’ que es el previsible tema dedicado a su hijo, Silas, que por descontado, se deja escuchar en la canción.
Habiéndose adelantado unos meses, y centrando el mensaje en no parecer recién salido de una cabaña en Ohio, ‘Man Of The Woods’ hubiera sido mejor digerido. Al menos es un álbum de Justin Timberlake en el que sólo un tema supera los 5 minutos de duración. Aunque se haya pasado con el tracklist y se haya perdido en crear un nuevo yo.