Lola Índigo está viviendo un momento… erm, llamémosle curioso. Porque iba a decir agridulce, pero posiblemente en sus HQ es más dulce y, de cara a la galería, un pelín más agrio. Es algo bastante raruno. Lo que pretendía ser una extensión de El Dragón, el EP Nave Dragón, terminó siendo un disco completo que ha funcionado sorprendentemente bien, aunque le ha quedado un poco pendiente dar algún hit contundente tras su publicación (contiene la inmensa La Reina, pero ningún lanzamiento posterior ha conseguido hacerle sombra).


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Puede que precisamente por eso el disco salga ahora en formato físico, blindado por el que parecía ir a ser otro smash para la colección de Lola Índigo, Moja1ta —sí, con un 1, como An1mal, que empezó todo esto—. Una canción verbenera, súper pop, clarísimamente enfocada a ser explotada en verano en las fiestas de piscina y la paellita en el chiringuito, que vuelve a recordarnos que Lola está en un momento… curioso. Porque, a pesar de ser cabeza de Novedades Viernes y ser más pegajosa que un chicle en el suelo a 42 grados, el single no está despuntando especialmente en Spotify, con un pie fuera del top50 en apenas cuatro días, habiendo debutado en el #14. Puede que todavía, a mediados de junio, nos falte un espíritu más piscinero y de flotador gigante para conseguir exprimirla del todo. Veremos qué pasa con ella en las próximas semanas. Por ahora, el 20 de junio se publica Nave Dragón con su tracklisting completo, en dos formatos de vinilo, en CD y con la compañía de cuatro nuevas muñequitas de la cantante, con los looks de Discoteka, La Reina, 1000Cosas y El Tonto.

El otro motivo del momento… curioso de Lola Índigo es el de su gira por estadios españoles. Su arranque en el Metropolitano de Madrid fue recibido con una alta disparidad de opiniones. Por un lado, lo evidente del catálogo que se ha montado Lola en sus primeros años en activo: espectacular. Por otro, su capacidad como performer, ya no solo en los números de baile, sino también en los momentos más calmados, donde también brilló. Pero junto con eso llegaron las críticas por la falta de pantallas en el estadio —más allá de la enorme central, el público de los laterales no veía absolutamente nada—; la colocación de las torres de luces, que tapaban también los visuales de gran parte del público; o la ausencia de grandes props, habituales en giras del estilo.

Visto desde casa a través de los siete millones de vídeos que compartió todo el mundo en diferentes redes sociales, mi sensación es la de que el tour hubiera sido una cosa loquísima dentro de una arena —adaptando el tamaño de la pantalla—, pero no luce tanto a tan gran escala. Lo que me lleva de vuelta a la pregunta de siempre: si es para perder dinero, como ocurre, ¿cuál es el punto de todo este momento estadio? ¿Un tick en el currículum?


Será tu rollo si: Haces karaoke casero a ritmo de ‘We’re Going To Ibiza!’ de Vengaboys; tu álbum conceptual favorito es ‘Bad Girls’ de Mónica Naranjo; eres Cristian Castro.

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