Ayer tuvo lugar la esperadísima rueda de prensa de Melody a su vuelta de Eurovisión. Esperadísima porque su edición del Festival ha reventado los audímetros con más del 50 % de share pendiente del resultado de Esa Diva, pero esperadísima sobre todo porque la cantante decidió no volver a Madrid con la delegación española una vez finalizado todo, como es costumbre. En vez de eso, Melody cogió un vuelo directo a Sevilla, donde ha permanecido en la última semana, hasta su reaparición en la rueda de prensa.
En el camino, Melody cancelaba su habitual bienvenida a España, su aparición en La Revuelta —donde, además, acudía a promocionar su nuevo single, El Apagón— y, en general, la guinda de todo el pastel que había sido su paseo hasta Eurovisión. Lo hacía, como era previsible, entre rumores de enfado por la posición en Basilea (Melody acabó 24.ª, el peor puesto para España desde la creación de Benidorm), rumores de que se sentía demasiado atada y controlada por RTVE desde hace meses y discrepancias aparentes sobre la revisión de Esa Diva y la puesta en escena.
Algunas de esas cosas quedaron demostradas durante una rueda de prensa con cierto ambiente de tensión, una Melody que fue viniéndose arriba y una RTVE que se fue haciendo cada vez más pequeña al lado de la cantante de De Pata Negra. Este es el análisis de una tarde en la que un pacto previo hubiera solucionado muchas crisis de imagen. Porque sí, la prensa está atizando mucho a Melody por su aparente soberbia, pero también RTVE salió de allí magullada por su gestión eurovisiva. Una. Bendita. Vez. Más.
Veamos qué pasó la tarde en la que todos salieron perdiendo.
La tarde en la que salió perdiendo Melody
El papel de la cantante ayer no era fácil. Su mosqueo o sensación de decepción era tan obvio que aparecer allí tirando de corrección política la hubiera dejado de cínica. Seamos francos —para alegría del novio de Melody—: todos sabíamos que Melody iba a rajar. Pero no desde la semana pasada. Desde el mismo día en que se supo ganadora de Benidorm. Melody cumple a la perfección el perfil de la artista que, durante años, va a ir de podcast en podcast contando lo mal que RTVE gestionó su paso por el Festival. Las tiranteces. Las discrepancias. Y ese camino acaba de empezar.
Melody fue honesta. No estaba contenta con los planos a tanta distancia. No estaba contenta con el plano de la bata de cola —desaprovechadísimo al arranque de su actuación—. No estaba contenta con la falta de columpio, ni con la ausencia de un fuego que también pidió. No estaba contenta con las imágenes de las pantallas, a las que tuvo acceso por primera vez el día antes de su primer ensayo. No estaba contenta con el telón, ni con el hecho de que le pidieran ir “refinándose” hasta llegar a la actuación final.
Y comentar todo aquello delante de Televisión Española la honra. No esperó años para demostrar su descontento. Claro que también la dejó de sobrada: con más o menos tino, hubo un equipo ahí que diseñó todo aquello para ella. Coreógrafos, bailarines, diseñadores gráficos, escenógrafos, etc., que Melody se pasó por el arco de su espina y de su rosa al soltar un “yo podía haber hecho algo más espectacular”. ¿La realidad? Podía haber hecho algo más barroco. Como en Benidorm. Porque si algo es Melody, es una hortera de bolera. ¿Pero no era eso lo que habíamos votado? Pues dejémosla realizar su actuación bazaresca del más es más. Normal que le rayara haber sido desprovista de mucho de lo que hace a Melody ser Melody.
Otro problema de Melody es que ayer dejó claro que cree que su puesto es injusto porque “es la tercera actuación más vista del año” y porque “las cifras de Spotifive (sic) hablan por sí mismas”. Esas cifras, para empezar, provienen en su mayor parte de nuestro país, de un fandom de intensidad desbordante y que tenía en su representante a alguien muy popular. Para continuar, no son garantía de votos: puedes estar viendo una actuación por mil motivos y que no te haga votarla. ¿Ejemplo? Me he visto cien veces Espresso Machiato porque me parece un circo. No voté, pero de haberlo hecho, hubiera votado por, por ejemplo, Suiza, que no la he vuelto a ver. Sí a escuchar.
Melody tocó techo de delirio al decir que el resto de delegaciones la consideraban a ella como “rival” a batir. Eso es de estar dentro de una burbuja alucinante. No es verdad: nadie consideraba la candidatura de España rival a batir. Eso no le hace de menos a Melody, pero sí deja claro que durante su estancia en Basilea, se la estuvo convenciendo de que quedaría mejor de lo que quedó. La decepción fue mayor por lo imprevisible. Para ella, porque para el resto era de una obviedad alucinante.
Se pasó la rueda de prensa dándose autobombo. Los periodistas ayudaron, repitiendo el mantra de que su actuación había sido espectacular una y otra vez. Pero fue una noche de 26 actuaciones, la gran mayoría de ellas espectaculares. Melody hizo un gran trabajo en Eurovisión. Igual que lo hizo la representante francesa. No veas si el armenio se curró su performance. No veas si las británicas cantaban bien. Una pasada lo que hizo el ganador austriaco, tanto vocalmente como a nivel escénico.
A Melody, ayer, se le olvidó por completo que hizo un gran trabajo… como el de la mayor parte de las delegaciones eurovisivas. Y aunque repitiera que ella “no ha sido nunca una sobrada”, ayer dejó constancia de que, quizá inconscientemente, sí lo es. Igual que dijo que “no era cantante de polémicas”, en mitad de una enorme. Y negociando una entrevista con DeViernes por un alto caché, que dudo bastante que se le pague para no ser polémica en absoluto.
Melody cargó contra RTVE ayer, sí. Debía hacerlo, porque estaba disgustada con la pérdida de control de su candidatura después de Benidorm. Pero se pasó de frenada con los comentarios y, durante hora y media, quedó como alguien altivo que olvidó que competía con muchos otros artistas de gran talento. Por descontado dejó caer que la política fue clave en su baja puntuación, aunque el jurado votara el día antes de la publicación del cartel de RTVE. El mismo jurado, por cierto, que dejó a Israel en el 14.º puesto. ¿Por qué iba a penalizar a Melody si tampoco se mostró especialmente a favor de la victoria israelí? ¿Quién penalizó entonces a Melody, la señora maltesa indignada por los comentarios de Tony Aguilar? ¿Sabíamos aquel sábado en España lo que el resto de comentaristas europeos dijeron aquella semana? No hay más preguntas, señoría.
La tarde de ayer fue una en la que Melody salió perdiendo. Perdió frescura, simpatía, perdió sentido común y dejó claro que, al igual que estos últimos 20 años, está falta de tocar césped y entender mucho de su situación. No le faltó razón en muchas cosas, ojo. Le faltó tono. Y tino.