Natalia siempre merece nuestros respetos por dos motivos: el primero, que nadie ha impulsado y sostenido la industria de la extensión y de Calcedonia en nuestro país como lo ha hecho ella; el segundo, que nadie tampoco ha intentando tanto mantener en activo su perfil de popstar como Natalia. Natalia ha sido una estrella del pop desde que salió de ‘OT‘, desde que ser una popstar en España era una mezcla entre lo imposible y lo demodé.
Cuando todo el mundo iba en vaqueros y camiseta de C&A y o se cantaban rumbas o pop-rock que pareciera compuesto en un garaje, Natalia seguía ahí con sus trikinis, sus plumajes en las mangas y sus melodías pop machaconas. Ella siempre fue y siempre será nuestra estrella del teenpop permanente. Porque sí, ya tuvimos a Marta Sánchez haciendo esto, pero ella era la popstar de vestido de lentejuelas asimétrico. Natalia era la de la coreografía y croptop de cheerleader.
Con todo eso va a contar siempre. Y con los bops, claro. Pero en los últimos años, Natalia está como desubicada. Justo cuando España más le ha abierto las puertas al pop, ella se ha quedado un poco colgada. Como no sabiendo muy bien cuál es su papel ahora que nos tomamos en serio, como siempre debimos, a Ana Mena. Y lleva años tratando de encajar en este sistema.
Es por eso que, en plena efervescencia pop de nuestro país, ‘Nadie Más’ sigue teniendo arreglos del urbano. Y con Natalia se aplica la Ley De Costas: no se debe urbanizar terreno no urbanizable. ‘Nadie Más‘ hubiera sido más triunfal si se dejara de versos con fraseos de la primera Ana Guerra, si no tratara de incorporar momentos bachateros y de funk carioca a algo que quiere luego romper en clave pop-dance y sobre todo, si ese drop del que tantísimo depende no sonara a las Sweet California de ‘Break Of Day’.
Evidentemente, Natalia llega al vídeo del tema confiando en la canción como solo podría confiar en su corazón para seguir latiendo: no le cabe duda alguna. Lo da todo metida en una copa gigante, se deja la columna vertebral y los hombros en el bailecito tribal de todos y cada uno de sus vídeos y se asegura de que hasta el último fleco de strazz esté dando a ‘Luar‘ lo que ‘Luar‘ quiere.
Es solo que hasta que, no menciona ‘La Bachata’ de Manuel Turizo, estamos convencidos de que esto se publicó en 2018.
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Será tu rollo si: acudes a Horteralia de forma no irónica, algunos temas de Aitana te resultan experimentales, en 2024 tu disco favorito de Beyoncé es ‘I Am… Sasha Fierce’.