Han pasado más de 20 años desde el último acercamiento de Christina Aguilera a la música latina. Aquel año 2000, apenas un año después de debutar, la cantante adaptaba los hits de su primer álbum y añadía algunos boleros, salsas y clásicos a la colección de ‘Mi Reflejo’, reflejo a su vez del tipo de música latina en la que teníamos el foco por entonces. Y ha llovido un poco desde entonces. Bastante, diríamos, hasta transformar ese universo hacia algo mucho más urbano, dominado por el trap, el reguetón y un espíritu más callejero.

De modo que ‘La Fuerza’, el regreso de Christina al mundo latino, iba a sonar bien diferente de aquel primer disco en español, y sin embargo, guarda el nexo común de no tratar de inventar la rueda. Lo difícil, en todo caso, sería no cometer el error de que Christina quedara perdida en sonidos que le eran completamente ajenos. Y en este sentido, el trabajo ha dado sus frutos: a pesar del uso de fórmulas muy conocidas, Aguilera resiste en control del proyecto, sin dejarse engullir por él.

 

Llega a tiempo, aunque por los pelos

Uno de los problemas de los artistas que deciden tocar palos que no son los suyos de raíz es que rara vez consiguen llegar a tiempo a las tendencias del mismo. ‘La Fuerza’ llega al reguetón justo en el momento en el que los cantantes latinos tienen un pie dentro y uno fuera de él, pero al menos lo hace con la garantía de los bops. Christina está divertida en ‘Santo’, que bebe de los suficientes elementos pop como para sacar buen brillo de la química con Ozuna, que aporta la frescura que a la maqueta con Sofía Reyes le faltaba; deja caer una sucesión de estribillos en ‘Ya Llegué’, que como primer plato la muestra segura y confiada con el proyecto, además de hacer un guiño muy bien encajado a ‘Genio Atrapado’; y busca un aporte de sororidad en la guaracha ‘Pa’ Mis Muchachas‘, donde, eso sí, la que más brilla es Nathy Peluso retorciendo la melodía de origen de la canción.

En el lead single de ‘La Fuerza’, lo que debía ser el ‘Lady Marmalade’ latino queda como una apuesta que peca de excesivo clasicismo y confía más en nombres que en contenido: las cuatro ‘Muchachas’ podían haber sacado mucho más partido de su colaboración.

 

Vocalmente espléndida, pero excesiva

El último minuto de las ‘Muchachas’, de hecho, es un buen espejo de esto: Christina apura en lo vocal, aprieta hasta el máximo y demuestra que está en un momento magnífico. Algo que ya se había dejado sentir en las últimas giras, en las que su directo estaba siendo bastante más limpio. Quizá por este buen momento, la cantante se deja llevar en exceso, y el final de ese tema llega a resultar algo molesto con tanto ad-lib por las nubes.

Ocurre también en la balada ‘Somos Nada’, un canto a la fragilidad y al valor, en el que Christina arranca bien pero pronto pasa de cero a cien, sin bajar el pistón, sin quitar nunca el pie del pedal, lo que desluce el resultado final de un corte que podía haberle dado más como intérprete. Excesiva también está en ‘La Reina’, la ranchera que cierra el EP, aunque ahí está más justificado porque el genero agradece la sobreactuación.

Y eso que cantar una ranchera siempre tiene su aquel: hay que conocer bien sus costumbres para hacerle justicia. Christina firma una interpretación solvente, que no brillante, con algunos buenos momentos, eso sí, a la altura de la letra del tema. Pensada como respuesta a ‘El Rey’ de Vicente Fernández, ‘La Reina’ cuenta la historia de un desamor desde el punto de vista de ella, que aprende lo que él ha perdido. «Aunque sigas siendo el rey, no eres nadie sin la reina».

 

 

Una traca final de fuegos artificiales que sirve como guinda a un pastel con una receta rica e inmediata, de esas que dejan el sabor en el paladar con el primer mordisco. Pero este es también un pastel que tiene mejor aspecto a primera vista que tras un corte profundo: desde luego, si Aguilera buscaba «reconectar con sus raíces ecuatorianas», en el disco hay poco que lo exhiba. Podía haber tirado de algún elemento folk patrio como hilo conductor de alguna de las canciones, en vez de publicar un trabajo que parezca salido de la mente de un portorriqueño, cerrado con un canto mexicano.

Pero, como decimos, también es importante disfrutar con una Christina que se lo ha pasado bien en el estudio, algo que se nota en ‘La Fuerza’. Se la intuye disfrutona, sensual, cómoda con el proyecto. Y esto, como decíamos al principio, también era importante; sumado al imaginario que acompaña a las canciones, hemos visto que Christina no ha caído en el disfraz que la encuadrara en el universo latino, sino que ha llevado propuestas latinas a su universo personal.

A falta de, teóricamente, un par de EPs extra que añadan material a todo este proyecto, por ahora Christina ha llegado con buen pie. Ten cuidao con esta mamacita. 

 


7

Temas clave: ‘Santo’, ‘Como Yo’. 

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