Lo poco gusta y lo mucho cansa. Es el refrán que mejor funciona con la carrera de Sia. Una carrera que venía de un proyecto indie y que ha terminado moviendo cifras de ese mercado, solo que con el envoltorio más mainstream posible. Lo que no deja de ser curioso.
Si atendemos a los datos del último álbum de Sia, ‘Reasonable Woman’, lo vemos debutando en el #153 de las listas americanas. Ha vendido 9.000 unidades –streaming incluido- en el país. En UK no ha pasado del #59 con unas 2.000 unidades, que tampoco es para echar cohetes precisamente. La salva algo el dato francés, de los poquísimos países donde ha encontrado un hueco en la zona alta de la tabla, con un #8. A escala mundial no ha vendido 50.000 unidades, las necesarias para colarse en el top20 global. Por hacernos una idea, el español Rels B llegaba hace dos semanas al #15 mundial con 58k de su último disco.
Los datos de Sia no resultarían comentables si, como decíamos, la artista hubiera decidido volver a su perfil más underground y estuviera viviendo su momento indie, un poco lo que le ocurrió a Kesha con ‘Gag Order’, que tuvo un debut similar. Se hubiera entendido como un lanzamiento más nicho, con datos llamativos a pesar de todo, pero más comprensibles.
Pero no: el álbum de Sia cuenta con Kylie Minogue. Con Paris Hilton. Labrinth. Rosalía. Benny Blanco. Greg Kurstin. Es decir, nada en ese trabajo está pensado para quedarse fuera del top150 de ningún país. El sonido de los singles, puramente pop, baila entre el disco, la baladita y la electrónica. Es un producto de radios, es un producto ultra mainstream. Por lo que el fiasco es aún más doloroso, especialmente considerando que ‘Gimme Love‘ tuvo una acogida digna en streams. Sia ha perdido al 89% de su público desde la era ‘This Is Acting’, que es su anterior álbum de estudio.
¿Qué ha ocurrido en los últimos años?
Entre disco y disco, Sia ha publicado un álbum navideño que le dio un par de hits -especialmente ‘Snowman‘, que roza ya los 1.000 millones en Spotify– y también una banda sonora, ‘Music‘. Y ahí empezó el problema. La película que acompañaba a esas canciones, también suya, fue denostada por la crítica de forma salvaje. Tampoco el público respondió. Y no hubo villancico que pudiera levantar todo aquello.
Varios años después, las radios siguen apoyando a Sia. Incluso en España, ‘Gimme Love‘ ha sido la novena canción más pinchada del país. Sin haber, ni con esas, pisado el top100 de singles. El disco, por lo menos, ha debutado en el #30. Pero entonces… ¿con el apoyo de los medios y con un single medianamente funcional, cómo se ha generado tan poca expectativa?
La respuesta está en el agotamiento. La fórmula de Sia caducó hace años. Y no hablamos de la estrictamente musical, porque estamos de acuerdo en que a un artista no se le puede perdir una constante reformulación de su proyecto. Es más, tampoco es que lo nuevo de Sia suene literamente idéntico a sus producciones de hace años. Pero su imaginario sí. Y ha llegado un punto en el que genera rechazo.
La inmovilidad estética
Llevamos una década viendo el vídeo de la niña que sufre espasmos con peluca. La niña ha cambiado, pero el concepto no: sigue siendo una cría con un body teniendo un ataque de epilepsia peinada por Jessie J. En doce años solo ha cambiado el color de un lado de la peluca. El proyecto visual de Sia es barroco, cargante, y lo peor de todo ello: repetitivo.
Hemos visto la misma propuesta estética una y otra vez. Y no es una propuesta estética sencilla -no es que Alicia Keys, por poner un ejemplo, haya variado mucho la suya, pero no es tan sumamente específica-, es que el público la reconoce fácil. Pero tantos años después, la reconoce para recibirla con un eyeroll y el pensamiento de “Jesús, qué pesadez”.
Ya hemos visto a Sia con peluca tapándole la cara. Cientos de veces. En 2024 no cuela que sea porque no quiere que la reconozcan. Primero porque ya hemos visto su cara y segundo porque hay cientos de formas de crear la portada de un disco sin que salga una en él. De hecho, la propia Sia lo hizo con ‘This Is Acting’. Claro que ¿quién salía? La niña de la bendita peluca bicolor.
Sus lanzamientos dejan de ser evento por mucho que les metas una Kylie Minogue o una Paris Hilton. Porque visualmente no son en absoluto atractivos y se pierden en sus proyectos anteriores. Y seamos honestos: tampoco es que haya una propuesta musical especialmente destacable. Más allá de su voz, ciertamente reconocible, Sia no hace sino llevar a su terreno -y a veces ni eso- la enésima tendencia musical del pop más genérico.
El público tiene la impresión de que detrás de la peluca y el efectismo nunca ha habido un proyecto. Solo un par de singles redondos y mucho, mucho relleno.