Alguien en la oficina de Mireya Bravo pensó “esta canción es modernísima”. Y pasó lo que pasó. Que la pusieron sobre un coche, vestida con unas mallas del Pimkie a hacer como que acababa de salir del club de moda y discutía con su novio, Raoul, al que pusieron un poco de Bertín Osborne haciendo de camarero en una sitcom de Antonio Resines. Pero fumando, porque la canción es modernísima.
Vamos a ajustar un poco la balanza: sí, ‘Pídeme’ es el mejor single que ha publicado Mireya Bravo hasta la fecha. Ni suena a dance-pop de 2003, ni es ‘Corazón Vendío’, ni lo han sacado del baúl de una discográfica que se lo grabara por 20 euros. Es una balada cuca, muy de radiofórmula española, bien llevada a cabo, cantada con gusto y bien producida por Nemowave, con algún destello R&B-pop muy del rollo del último lustro. Todo bien hasta aquí. Pero moderna, no es. No da para ir de trapera en el vídeo oficial con una lágrima cayendo por la mejilla.
Daba para un vídeo en la playa, para ir de hipsters en mitad del campo, para primeros planos en blanco y negro tirados en el suelo o para el clásico melodrama enfrentados pared contra pared. Clásico being key-word porque ‘Pídeme’ es muchas cosas, pero ‘moderna’ no es. Moderna, la última de Dora. Moderna, la de Noelia Franco. Moderna, Sor Bernarda De Los Arcos. Esto es bonito, es cuco, es Cadena Dial, es merecedor de que Mireya vuelva a tener nariz y escape de aquel disco debut, pero moderna no es.
De modo que nos termina cortando el rollo un poco, porque sólo hace falta un poquito de gusto. Un poquito de nada.
Ellos, eso sí, monísimos y cantando muy bonito, repetimos: si ‘Pídeme’ es el punto de partida de lo siguiente que tenga Mireya en mente, al menos hemos dado un volantazo en una dirección más cabal. Pero por favor, pongamos los aesthetics en la misma. Que no sea el vídeo lo que derrapa.