Cher Lloyd lleva varios años haciendo amagos de comeback o simplemente lanzando sus singles Natalia style, como si fuera a aprovechar la llegada del verano para promocionarlos en ‘Luar’ y en cuatro conciertos de Orgullos británicos. Y ojo, porque la jugada de 2018 le salió bastante bien: por aquel entonces lanzaba ‘None Of My Bussiness‘, que a la chita callando -no la mona de Tarzán, que no callaba- suma más de 34 millones de escuchas en Spotify.
En 2019 lo intentaba con ‘M.I.A.’, un single que no igualaba registros y se marcaba lo que en territorio francés nadie conoce como un le flopàge, superando apenas 3 millones de reproducciones en la plataforma. Y como la propuesta del pasado año era más movidita y la de 2018 más medio tiempo, pues Cher se ha puesto en modo ‘go girl give us nothing!’ en su nuevo single, ‘Lost’.
La canción es cuca, inofensiva, indolora, incolora e insípida, uno de esos cortes R&B-pop con mensaje de tipo “ya no quiero nada malo, no, no, no”, que celebra la soltería después de una relación que sólo había le había provocado malos momentos. Estoy estupenda, estoy fetén. Y qué decorado habla más de eso que una habitación con cama redonda y un LED gigante que te ilumine bien la bisutería de un comodísimo corsé para las noches de primavera. Pues ninguno.
De modo que ahí aparece Cher Lloyd, con sus dientes nuevos -que creemos que han equivocado la talla de esas fundas-, cantando ‘Lost’ con la misma energía que tiene la canción. Poquita. Mucha cara a cámara, mucho movimiento sutil, mucha cosa así como vacua que luzca más el decorado que el fondo del tema, que mucho no tiene.
Un esfuerzo de tema fácil de digerir, que pase por el aro de los playlists de pop que aún están abiertos a su posible comeback-to-be y una Cher Lloyd que, francamente, todavía está muy lejos de esa muchacha enérgica y descarada que se presentó a los casting de ‘The X Factor’ hace una década. Y que se sacara el mayor partido en un primer disco de discutible calidad dice ya mucho del drama. Esto… está meramente bien.