Hace unos días, Gwen Stefani publicaba su single de comeback, ‘True Babe’. La cantante lleva siete años sin publicar un álbum de estudio y dos en silencio, tras la salida de ‘Slow Clap’ en 2021 y del intento frustrado de comeback con ‘Let Me Reintroduce Myself’.
Y el caso de Gwen Stefani es una cosa alucinante. Cuando la conocimos en 2005, el lanzamiento de su primer disco en solitario la colocaba en el absoluto A-List de las popstars del momento y eso que para entonces, la artista llevaba una década en activo con No Doubt. Pero ‘Love. Angel. Music. Baby.’ sonaba refrescante, efervescente, divertido… la posicionaba a medio camino entre la artista pop con sentido del humor y la persona capaz de convencer a los que escuchaban música urbana a través de indiscutibles bops.
Se presentó, de hecho, aludiendo al ageism con la frenética ‘What You Waiting For?’, pero es que, single tras single -y aquel disco tuvo un porrón-, dejó claro que su proyecto lo mismo te daba un ‘Cool‘ que un ‘Hollaback Girl’. Y ahí se quedó toda su creatividad, visto lo visto. En un primer disco redondo que jamás volvería a tener algo digno de tomarle el testigo.
‘The Sweet Escape’, su segundo trabajo, llegaba ya con le desatino de que la propia artista asegurara que se le dio forma con los descartes del primer álbum. Y bueno, aún y con esas tuvo el tema que le daba título, alguna balada mona y ‘Wind It Up’, que es un absoluto mess, pero seguimos comprando por la fantasía camp que tiene samplear algo de ‘Sonrisas Y Lágrimas’. Años más tarde, Ariana Grande publicaría ‘7 Rings’, dejando la idea de Gwen en bragas. De las que hacen pelotilla.
Y desde la publicación de aquel disco, la creatividad de Gwen Stefani no se ha dejado ver ni en los lanzamientos en formato single, que han sido una cosa vaguísima tras otra cosa vaguísima. Aquella mujer que imaginábamos sacudiendo el pop en 2005 acabó confirmándonos que hay artistas que todo lo que tienen que decir, lo dicen en un disco.
‘True Babe’ es otro ejemplo de esa Gwen a la que nadie en el pop podría temer. Otro lanzamiento inofensivo de alguien que parecía llegar con las escopetas cargadas en su primer momento. Un tema que no es que no plante batalla, es que es su propio Pearl Harbour. La estrategia de repetición de versos no la hace más pegadiza, la historia de amor relatada es más cursi que una colección en kioskos de Danielle Steel, y el “la la la” de después del estribillo da una sensación desesperada de “por favor, recuerda algo de esta canción cuando haya terminado”. Ni con esas.
El resto de la industria puede estar tranquilisima, Gwen Stefani seguirá siendo jurado de talent y elemento nostálgico de lucir en una estantería sin que tenga mayor aporte. Al menos nos deja el recuerdo de un debut inmenso.
Será tu rollo si: te gusta tener música de fondo al hacer hojas de contabilidad, eres de los de “la esperanza es lo último que se pierde”, duermes con pijama largo incluso si hace 40 grados.