Zara Larsson ha publicado un nuevo single. Y ‘Can’t Tame Her’ tiene un problema que se extiende con absoluta facilidad al resto de su discografía: parece un bop, pero no lo es tanto en realidad. Uno escucha un nuevo single de Zara Larsson y lo da todo mentalmente. Wow el estribillo, wow la influencia ochentera, wow las fucking blinding lights, wow los versos, wow la produ…. y de pronto uno se da cuenta de que ese wow es un poco inventado. De que realmente no está tan impactado. Que han pasado dos minutos y medio y ya tiene ganas de ponerse un actual bop. Uno en el que realmente pueda confiar.
Zara Larsson es la musa de los bops tramposos como este. ‘Can’t Tame Her’ no está mal, ojo, está entretenida. Es simpática. Es resultona. ¿Pero es la canción que finge ser? ¿Es realmente ese tema que quieres escuchar en bucle para no perderte uno solo de sus matices? No lo creemos. Sólo aparenta serlo.
Es como si uno le pone a un gato un jersey de angora y le enseña a balar. Lo cual sería loquísimo, pero imaginadlo. Pues sí, de primeras pensaríamos que es una oveja. Especialmente si somos imbéciles. Pero pronto nos damos cuenta de que es un gato con un jersey carísimo que por algún motivo bala. Imbéciles seguimos siendo, pero al menos no le ponemos un jersey al gato. Pues bien, ‘Can’t Tame Her’ es ese gato. Y nosotros queríamos una maldita oveja. ¿Para qué? Dios sabe.
El vídeo de ‘Can’t Tame Her’ presenta a Zara Larsson viajando en ascensor a ese bop que no termina de cuadrar del todo. Ella se pone diversos modelitos y perfiles durante el vídeo, ella batalla consigo misma en un entorno al que Delaporte llamaría ‘natural‘. Ella termina drogada con unos brócolis. Pero sigue siendo el bendito gato con el jersey.
★★★
Será tu rollo si: te gusta el filete poco hecho, consideras que los noventa fueron una ordinariez, tienes sábanas de invierno y otras de verano.
