Bombai ha concendido una entrevista Poptalks Podcast que ha abierto el melón de lo que realmente piensan los artistas del país sobre el Benidorm Fest. Los artistas que tocan césped. Los que suenan en radios, tienen giras en activo y siguen publicando material. No, con todos mis respetos, aquellos que actúan una vez al año en Luar y otra en el Orgullo de Fuengirola.
Y han hablado sin tapujos de lo que la gente que ve el Festival desde cierta distancia, entre los que me incluyo, ven año tras año: que se está haciendo un programa de televisión que prioriza puestas en escena, efectismos y numeritos imposibles con música hecha por y para la televisión, que cada vez es más imposible trasladar al mercado real. De ahí el número de hits salidos del último Benidorm Fest: cero. La canción de Melody, la ganadora, salvada como meme, pero por ahora, pasando una semana en el top40 del país.
“¿Cuál es el objetivo del Benidorm Fest? (…) Nosotros hemos mandado dos canciones que las radios más importantes de este país las han radiado. Con el dinero que eso genera… o sea, que malas canciones no son. Entonces, ¿por qué no cogen la mía pero luego cogen otras? Yo no digo que sean malas, pero… que desaparecen.
A mí me encantaría que hubiera un festival en España que pudiera haber artistas consagrados. Dilo directamente: que el formato se quema, porque se maltratan, porque San Remo no se ha quemado. Si me importa la música en un festival de música, yo ya no entiendo nada.
No hay reserva, no hay telefonazo que nos puedan pegar ahora mismo que nos haga ir.”
El problema de Benidorm Fest es que se buscan performances. Se busca la coreografía, el fuego artificial, el key-change épico que jamás ha funcionado dentro de nuestras fronteras. Es casi un show para guiris, porque el público español no relaciona ningún contenido que ve allí con la industria real del país. Y lo que es más esencial, que es algo a lo que los artistas tampoco son ajenos: de cuatro ediciones, solo hemos escogido una canción.
Me explico: el primer año elegimos una actitud y una coreografía; el segundo una puesta en escena y este último el premio de honor al esfuerzo. Solo Zorra fue elegida en base a que nos gustaba a una mayoría como canción. Evidentemente, para qué va un artista de a pie, vamos a decir un Dani Fernández, unas Ginebras, unos La Plazuela o un Walls, a molestarse a enviar una canción a un concurso donde va a ganar el ventilador, el body de cristalitos y los diecisiete cambios de plano. Es que es imposible.
Benidorm Fest se ha convertido en un absurdo musical y un triunfo televisivo: de ahí que en cuanto las canciones se publican, los fans corran a decir… “bueno, veremos la puesta en escena, que luego”. Porque nadie espera que las canciones de Benidorm les convenzan a estas alturas de su partida.
Y habrá ahora algún eurofan que venga a preguntar quién es Bombai, con el retintín habitual, como cuando durante esta edición no se entendía la diferencia entre Chica Sobresalto -con varias giras y tres discos a espaldas- y un perfil como Lucas Bun o Carla Frigo. Y es ese perfil de eurofan, también dentro del propio comité que escoge las canciones de Benidorm, el que seguirá siendo parte del problema. Y a su vez, parte de los bottoms eurovisivos y del chasco largoplacista. Pero es difícil ser consciente de eso en mitad de la lluvia de focos y confeti.