Visto lo visto, Demi Lovato tiene tanta suerte en sus ceremonias de matrimonio como en el anuncio de seleccionados para los Grammy: en ‘Tell Me You Love Me’ las pasa canutas para conseguir llegar al altar, y eso que lo tiene todo listo. Demi se ha puesto su mejor modelito salido del stock de ‘¡Quiero Ese Vestido!’, tiene un novio maromo interpretado por Jesse Williams (‘Anatomía De Grey’), un anillo de diamantes que demuestra que, efectivamente, diamonds are a girl’s best friend, y un entorno privilegiado repleto de invitados, flores, y paisajes campestres de finca segoviana.
En cualquier caso, las cosas ya empiezan complicadas en la historia de amor de Demi y Jesse, y es que, celos, son puñales que se clavan, que ya lo decía Tamara La Mala, la de los boleros, y a esa señora hay que hacerle caso, porque puede llegar en cualquier momento y echarte un hechizo que, como a ella, te envejezca 50 años en apenas dos meses. Pero dejémosla a ella tranquila y centrémonos en Demi, que quiere libertad de movimiento, hablar con amigos, y sentirse dueña de su vida. Por su parte, el absurdo de Jesse parece tener otros planes, pero Demi está tan loca por quererle, que pasa todo por alto.
Error, querida y mamarracha amiga, hay que quererse más a uno mismo y menos al velo y a los tules. Así, la pareja se presenta en la ceremonia, y las cosas, como era previsible, salen de cualquier modo menos bien. ¿Saldrá Demetria a la fuga montada a caballo fingiendo que es Julia Roberts? ¿Será el novio el que la deje tirada y ella se quedará con ganas de comerse la tarta entera hasta terminar envuelta en nata? ¿Serán los invitados los que arruinen la boda haciendo un lip-dub, pensando que todavía estamos en 2009?
