Anoche se celebraba la final del ‘Benidorm Fest’ de este año, que culminaba coronando a la repetidora, Blanca Paloma, como representante eurovisiva de España el próximo mes de mayo. La alicantina se hizo con la victoria gracias a ‘EaEa‘, una canción de flamenco con toques electrónicos que volverá a llevar el estilo a Eurovisión por primera desde el fiasco, en 1983, de ‘Quién Maneja Mi Barca’ de Remedios Amaya.

Las cosas han cambiado mucho en Eurovisión desde entonces, e incluso en Eurovisión en los últimos diez años, con lo que habrá que ver cómo recibe Europa esta propuesta española. Por lo pronto, en las aún muy poco fiables casas de apuestas, España navega entre el #7 y el #12, según el momento.

Blanca Paloma convenció anoche al jurado profesional, que la posicionó primera, y también al televoto, en el que se imponía por sorpresa -y por la mínima- a Agoney, gran favorito en principio de esta votación, al ser el único artista de la final con fanbase a espaldas. ‘Eaea‘ quedó segunda en el voto del jurado demoscópico, que prefirió decantarse por ‘Nochentera‘ de Vicco, el único hit aparente de la edición.

Veamos cuáles fueron las claves para la victoria de Blanca Paloma:

La propuesta más estéticamente confortante

Aunque las propuestas de este año repetían la tendencia de la primera edición en aquello de cuidar bastante el staging y las presentaciones, la de Blanca Paloma fue la más milimetrada de las presentaciones de la final. No sólo eso, sino que equilibró muy bien atrezzo, visuales y performance para no tender al exceso ni quedarse corta. Tampoco ‘EaEa‘ tenía una presentación complicada de seguir, ni especialmente elaborada como para que la audiencia se perdiera.

Contaba con los elementos justos y necesarios, una realización bastante optimizada y evidentemente, una intérprete que fue la mejor cantante de la noche, junto con su inmediato competidor, Agoney.

La «marca España»

EaEa‘ funcionó también porque, de entre todas las opciones, era la que mejor mostraba la ‘Marca España‘. Sí, evidentemente no es el tema más comercial, tampoco será uno de los que más streams atraiga, pero indiscutiblemente era la propuesta que más se identificaría como «española» al rodearla de otra veintena de canciones.

La alternativa sería la de Karmento, que también llevaba el folclore por bandera, y en cierto modo resultaba más interesante a este nivel por explotar algo bastante menos manido a los ojos del público, como la cultura manchega. Pero el público apostó por lo más seguro: los rojos, las cantaoras, los flecos, el flamenco. Una canción que nadie confundiría con la propuesta de ningún otro país.

Sí: la ‘marca España‘ tiene trampa, porque no se refiere explicitamente a lo que el público español consumiría realmente. Representa al país de forma simbólica. Es como colocar un plato con una loncha de jamón, un trocito de morcilla y una barra de Kinder Bueno. A lo mejor el público español general se decantaría por el chocolate, pero el guiri medio señalaría siempre al jamón como representativo del país. La morcilla sería ‘Quiero Y Duelo’.

El tema «para Eurovisión»

Y con eso llegamos a este último punto: ‘EaEa‘ ha sido elegida porque es la mejor representante eurovisiva de la final. Si el Benidorm Fest hubiera apostado por desligarse de la imagen de preselección eurovisiva, otro gallo hubiera cantado.

Porque de no estar todos con el foco puesto en Eurovisión, ni Alice Wonder hubiera colocado tanta parafernalia a su alrededor, ni Vicco hubiera salido disfrazada de drag queen, ni Megara hubiera convertido su performance en una película futurista de Woody Allen. Y no, probablemente si estuviéramos votando por una canción para ganar el Festival sin miras eurovisivas, tampoco Blanca Paloma hubiera ganado. Quizá sí Agoney, porque era un numerazo pop, bien planteado, excesivo como la propia canción. O quizá sí ‘Nochentera‘, única canción del catálogo Benidorm que es factible exportar al mercado real.

Pero el Benidorm Fest referenciaba continuamente a Eurovisión. En los diálogos de los presentadores, en las actuaciones de los invitados, en el propio sistema de votación. Desligarlo del Festival, que debería ser más consecuencia que motivación, va a resultar complicado.

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