Bad Bunny tiene previsto desaparecer una temporada. Tampoco es algo nuevo, porque ya avisó de ello en sus últimas entrevistas en 2022, en las que aseguraba que este año se lo tomaría con calma para disfrutar de si mismo. Sus planes podrían pasar por llevar una pecera a ‘The Phone House’ y dedicarse al lanzamiento de Nokias, inundar las oficinas centrales de Vodafone y llamar a Movistar para elegir la tarifa suboceánica, confundiendo como pocas veces al teleoperador. Y, de algún modo, seguro que le acabaría haciendo firmar algún contrato absurdo, como 15 canales de acuarios y entorno natural marítimo por sólo 12,99 euros más al mes.
Como sabréis a estas alturas si no vivís en una cueva, Bad Bunny ha sido noticia en los últimos días porque, dándose un paseo por República Dominicana, se ofendió cuando una fan le puso el móvil en la cara y decidió lanzarlo al mar. Así, sin mayor intervención. Ahora hay una beluga en el oceáno con una cobertura envidiable jugando al ‘Candy Crush’, como si trabajara en el Congreso.
Y debido al backlash sufrido por el phone–gate, Bad Bunny ha optado por cortar por lo sano y privatizar sus redes sociales. Nadie que no siguiera ya a Benito puede ver ahora sus publicaciones. Aitana sí, porque ya le seguía, pero posiblemente tampoco puede verlas porque es celiaca.
Y claro, Bad Bunny no ha cerrado la persiana y se ha quedado tan ancho: antes de hacerlo ha querido compartir un mensaje que también puede verse en su Twitter -que permanece abierto pero utiliza bastante menos- en el que puede leerse “me van a extrañar”. Seguro que la tía de Fani se ha preguntado ya si la abuela de Bad Bunny está viendo la televisión, pero puede respirar tranquila: seguramente simplemente se refiere a que va a tirarse un tiempo más alejado del foco público.
La próxima vez que alguien le ponga un móvil en la cara será para un comeback que ya os decimos, imaginamos más pronto que tarde, las cosas como son.
