Amaia Montero reaparecía, hace unos días, a través de su cuenta de Instagram. Por primera vez en meses, la cantante se dejaba ver con un vídeo de su aparente actualidad, cantando una nueva canción que parecía anunciar su inminente comeback. Su primer lanzamiento en cuatro años, desde que cerrara la era ‘Nacidos Para Creer’.

No vamos a negar lo evidente: Amaia Montero ha sido fuente de constante fantasía y choteo para nosotros en la web. Su carrera da juegazo, tiene picos y fondos, momentos de altísimo mess y contundentes bops en sus álbumes. De pronto tiene un vídeo en París titulado ‘Mi Buenos Aires’. De pronto aparece en un escenario de aquella manera. De pronto publica ‘Nacidos Para Creer’ y se marca todo un himno. «¿A cuánto vendes tú la verdad?». Pues mira, según Euribor a cada momento. Amaia es un icono del pop español y no hay buen pop que no se preste al mamarracheo.

Pero claro, un mal directo puede ser fuente de mamarracheo, una foto ultraeditada puede ser fuente de mamarracheo, puede haber mil opciones para habla de ‘EMEIE‘, pero sus últimas publicaciones de Instagram son para hablar de Amaia Montero.

De techo a fondo en Instagram

En los últimos días, como decíamos, ha pasado del amago de comeback a tocar fondo con una serie de publicaciones, digamos… confusas: un día publicaba el teléfono personal de uno de sus músicos -citando en el comentario a la Ertzaintza, la policía vasca-, al día siguiente colgaba un vídeo de varios minutos cargando contra un hotel de Biarritz en el que aparentemente sufrió un trato nefasto y un día después cuelga, no una sino en dos publicaciones, una foto en la que aparece sin filtros, ni maquillaje, ni buen aspecto.

No pasa nada por colgar una imagen sin maquillar o arreglar. De hecho, debería ser lo natural de cuando en cuando. Ahora bien, teniendo en cuenta que Amaia llevaba meses editando -de formas muy discutibles- sus fotos, era raro verla así en el feed. Llama la atención que tiene el pelo cortísimo y está tremendamente desmejorada en comparación al vídeo en el que aparecía cantando, ergo una de las dos publicaciones no corresponde a la actualidad.

En cualquier caso, lo preocupante no era tanto la foto, sino la forma de comentarla. En una de las publicaciones, la ahora eliminada -recordemos que la sube por duplicado-, Amaia respondía sentirse «destruida«, aseguraba no haber sufrido un hackeo en su móvil y después confundía con varios post en los que citaba a Pedro Sánchez o Marine Le Pen y divagaba sobre Maléfica y sus alas.

¿Y ahora, qué?

Evidentemente, las redes han ardido en los últimos días con la publicación de la imagen. Algunos se han mofado de ella, otros se han preocupado viendo que Montero no luce demasiado en sus cabales. Y como siempre, ha vuelto a aparecer el nombre de Verónica Forqué como punto focal. El caso no es en absoluto similar, y de hecho, nos parece que hay que dejar de utilizar el nombre de la actriz tan sumamente en vano y como comodín para todo.

Sí, Amaia Montero vive un escrutinio público continuo. Es artista. Es cantante. Es parte de la historia de la música de nuestro país. Y en parte, vive un escrutinio negativo porque, a nivel profesional, no estuvo a la altura en su última era. También vive otro, el de siempre, que, parafraseando a Thalía, se centra en «si engordo, si enflaco, si no tengo costillas». Pero tampoco puede cargarse en el público todo el peso de su situación, como muchos están emperrados en hacer a través de sus mensajes en redes.

Amaia Montero lleva muchos años en un aparente mal momento emocional y de salud. De forma excesivamente pública. Y es una de esas situaciones, un poco como la de Demi Lovato, en la que uno se pregunta si no hay nadie que pueda recomendarle apartarse del foco. Parecía estar haciéndolo, pero de pronto, su regreso ha sido, de nuevo… lo que estamos viendo. ¿No hay un equipo detrás? ¿Una familia? ¿Unos amigos? Los mensajes de apoyo del público lucen muy bien en un post, pero tampoco son una ayuda real para alguien que pueda necesitarla.

El trigger: la entrevista de Leire en Socialité

Lo más curioso de este momento revuelto en general es la situación que lo precede. Amaia Montero llevaba una temporada, como decimos, publicando de forma espaciada y sin anuncios explícitos de nada, pero apenas horas después de la entrevista de Leire Martínez en ‘Socialité‘ se desata toda la situación.

Leire no cuenta prácticamente nada del beef entre la banda y su ex-cantante, pero deja caer que ha habido actitudes y cosas dichas que no le han gustado. Poco tiempo después, Amaia Montero agradece a Xabi San Martín una canción de ‘El Planeta Imaginario’, la única del álbum que no canta, como lead, Martínez. Después comparte el adelanto del nuevo tema con un «coming soon». A continuación, llega la debacle en su timeline.

Es complicado interpretar esto, pero queda claro que la relación que mantiene con sus ex-compañeros de grupo es un punto de inflexión importante en todo su camino. Sea de la manera que fuere, pero es excesivamente casual que algo tan políticamente correcto como la aparición de Leire en televisión haya desembocado en todo esto. Y demasiado unido en el tiempo como para obviar que existe una conexión.

Con todo, esperemos que Amaia Montero se recupere de su mal momento. Un mal momento que, como hemos apuntado, se está alargando excesivamente en el tiempo y no parece estar yendo a mejor. Un mal momento en el que su gente tiene mucho más que decir que sus followers. Cien mil más en apenas horas, hemos de decir. Y sinceramente, nos preocuparía que cien mil seguidores se sumaran a nuestro perfil en el momento más bajo. No son, posiblemente, la mejor de las compañías, por mucho corazón rosa con brilli-brilli que dejen por escrito en nuestros comentarios.

Tampoco ayudan aquellos fans empeñados en que a Amaia «se la está perjudicando desde fuera», con mensajes que insisten en hackeos, en manipulaciones, en conspiranoias externas. Es una visión caducada. Su mano negra es ella misma… y hace tiempo que debía estar recibiendo ayuda.

Igual nuestra fantasía a consta de sus deslices no ha ayudado a su bienestar, pero pongamos el foco donde el foco debe estar puesto.

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