Este año he decidido echar un ojo con mayor detenimiento a las 36 canciones que se presentan a Eurovisión. De una en una, ire desgranando las candidaturas a la victoria en Basilea, Suiza. Eurovisión se celebrará el próximo mes de mayo, entre los días 13 y 17, celebrándose la final en este último, donde España peleará por su enésimo bottom con Esa Diva de Melody.
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El país en el que me detengo hoy es Lituania.
La canción
¿Es intensa, dice cosas, es profunda? Perfecta para Eurovisión. Es un poco el círculo de tiza caucasiano, solo que en vez de ambientarlo en la Georgia soviética, lo han ambientado en la Lituania festivalera. Muy brechtiano todo. Esa es la impresión que deja la canción del país, que en realidad habla sobre la capacidad de transmisión de unos ojos. Salvo que esos ojos sean los del cuñado de Joaquín, que entonces en plena cena navideña lo mismo se quita la capacidad de emoción y la deja sobre la mesa, espantando a todo invitado.
Lituania apuesta por una atmósfera pesada, un poco a medio camino entre Linkin Park y un cantautor que se ha pasado con la dosis de Lorazepam y lleva horas arrepintiéndose de ello mientras observa las nubes y trata de sacarle parecidos con el mobiliario del JYSK.
El vídeo / la actuación
Pues muy acorde a la propia intensidad del tema: el país ha decidido colocarle al muchacho un entorno postapocalíptico con piedras voladoras, restos de Dios sabe qué edificios y la sensación de serie de Netflix que digas “¿pero esta no la habían dado ya? Ah no, en la otra los marcianos tenían las patas más finas”.
Los chicos de Katasis llevan el pelo de Pedro Marín, la ropa que los alumnos de El Internado: Las Cumbres entenderían como cosplay de Star Trek y el mismo espíritu de los protagonistas de la serie… una vez se fueron ya de viaje. Porque la canción irá increscendo, el juego de luces acompañará a esa intención, pero el cantante bastante tiene con conseguir apartarse el flequillo como para intentar subir más la energía.
¿Qué opciones se le ven?
En las casas de apuestas Lituania aparece en un tibio puesto #23, que no deja especialmente señales de que vaya a salir del Festival con un triunfo bajo el brazo. Ahora bien, se da por sentado que pasará a la final durante la segunda semi, por lo que por el mero arrastre del voto geo-político yo diría que va a quedar mejor de lo que parece. Por otro lado, ser una de las pocas propuestas rock de la final podría también beneficiarle por aquello de la diversidad sonora. Veremos.