Katy Perry ya ha estado en el espacio. Ha estado a 100 kilómetros de altitud de la tierra en un proyecto de Jeff Bezos -siempre atinando lo más grande Katy, la pobre iba a ir en el globo aerostático de Hitler pero ese día justo le hacía las cejas y no pudo asistir-, acompañada de una tripulación compuesta por mujeres: la periodista Lauren Sánchez, la presentadora Gayle King, la científica Amanda Nguyen y la ingeniera aeroespacial Aisha Bowe.
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Pero como todo proyecto de Katy Perry, tiene su punto de WTF. Las chicas se han marcado un Jesús Calleja pero en clave Khia Asylum porque el obejtivo de todo este asunto era… absolutamente ninguno. Vamos, tuvo más intención toda la era Smile. Dio más fruto. Iba a decir que también duró más, pero juraría que la promo de aquel disco no fue más larga que la del vuelo de hoy, aunque sí que lo pareciera. Katy ha estado 11 minutos en el espacio, rompiendo el récord que tenía en el vídeo de ET, cuyo viaje espacial duraba 5 minutos y 2 segundos. Claro que ahí estaba peor acompañada, que tenía a Kanye West como mono titi. Aunque aqui dependía de Bezos. Por lo que sea lo de Katy y el espacio es un vínculo tremendamente… franco.
Una vez alcanzado el punto más alto de vuelo, a Katy Perry le ha dado por cantar What A Wonderful World, según Gayle King, porque aunque le habían pedido alguno de sus hits, la artista ha dicho que “ese momento no trataba sobre ella, sino sobre el mundo”. Amor, hacerte un viaje espacial de 11 minutos sin un objetivo científico ni social, televisado y con ropa interior de la marca de las Kardashian dificilmente no trata sobre ti.
Katy se ha llevado una margarita blanca encima, como símbolo del amor de su hija y como símbolo también de la intención aparente de toda esta movida: promover el papel de la mujer en toda esta historia. Más exactamente el de la mujer millonaria aburrida un lunes por la tarde a la que le apetecía comprobar en persona si los polos realmente se achatan.