Si habéis visto el documental de Aitana os habrán quedado claras dos cosas que se repiten una y otra vez durante la emisión: que su padre es un personaje salido de El Padrino y que Aitana busca un bop de cara a sus conciertos en el Bernabéu. Una búsqueda del bop para el concierto claramente no ha concluido.
La artista tuvo que retrasar los shows en el estadio porque el Bernabéu no tiene licencias para dar conciertos musicales por ahora, por lo que se entiende que el momento de salir con ese pelotazo del que habla en el documental también se ha retradasado. Si observamos la tabla de últimos singles de Aitana, tras la grabación de Metamorfosis se han publicado 4to 23, Segundo Intento y este nuevo, Sentimiento Natural. Y los tres tienen algo en común: son canciones molonas de ascensor.
Son las canciones que uno escucha de fondo llegando a buscar una chaqueta vaquera buena a la planta joven de El Corte Inglés. Son las canciones que suenan de fondo en el ascensor de una oficina que va de cool. Son las canciones que ponen hilo musical a la recepción de un hotel Ibis Budget donde el recepcionista es también el muchacho de los cafés y está de Myke Towers hasta el higo.
Sentimiento Natural, como sus dos predecesoras -especialmente Segundo Intento-, es una canción que sobre todo busca no molestar en la escucha. ¿Pretende ser pegadiza? No demasiado. ¿Pretende provocar alguna emoción? Tampoco. Aunque Aitana en esto lleva en piloto automático hace tiempo: Gran Vía, una canción con Quevedo que básicamente habla de echar un polvo a espaldas de tu pareja, está interpretada como quién está contando una anécdota médica en una habitación repleta de gente echándose la siesta. Y ese tono se ha seguido aplicando a lanzamientos posteriores.
Con lo cual, el Sentimiento Natural que todo esto termina provocando es un: “ah, OK”. No es que uno se la ponga en replay, es que la tiene añadida al playlist que usa cuando tiene que sacar brillo a los Funko Pops. Algo que tiene beat, pero no lo altera a uno. Ni para bien, ni para mal.
Y es curioso como esto mismo se traslada al vídeo: ni un ápice de humor en un clip que busca tener gracia. La última vez que vi un lapdance tan incómodo como el que Aitana se marca con el muchacho nerdy del clip fue en Nueva Orleans en la época de la esclavitud. Eso sí, todo con muchísimo aesthetic azul. Que no provoque nada, pero quede bonito.
Será tu rollo si: tomas leche sin lactosa aunque no sean intolerante; te gusta tener la ropa de colores neutros; irías a una boda de blanco porque es elegante.