Kendrick Lamar aparecía en el escenario de la Super Bowl en una suerte de recreación de una calle de asfalto de Compton, farolas incluidas, enmarcada por cuatro escenario pequeños en las esquinas con las formas de… un mando de la PlayStation. La elección no era aleatoria: Kendrick quería vender el storytelling de su actuación como si fuera un vídeo juego. No se si ha quedado muy claro esto último durante el show, pero estéticamente, desde luego, lo ha hecho más satisfactorio.

Lamar ha apostado por el minimalismo, dentro de todo lo minimalista que uno puede llegar a ser en una Super Bowl: la utilizado los colores de la bandera estadounidense para rodearse de sus bailarines, jugando mucho con el colorblocking, y ha estado rodeado de bailarines desde el inicio del show.

Un número que ha arrancado con un invitado: Samuel L. Jackson abría el intermedio en el papel de Uncle Sam, la figura patriotera de los americanos que los anima a participar en la democracia, pasa pasar a los primeros temas de la noche. Kendrick ha empezado con mucha energía, metiendo la bomba que es Squabble Up en el segundo de los tracks interpretados, pero es cierto que lo tenue de la iluminación del asunto -lo más discutible a mi parecer, podría haber jugado un poco más con la luz, aunque tratara de darle un punto de calle realista por momentos- ha hecho que haya costado entrar del todo.

El show ha ido de menos a más: la aparición de SZA en uno de los escenarios, para interpretar primer Luther y después All The Stars ha levantado muchísimo al público, igual que el final con una TV Off junto a Mustard y una Serena Williams que aparecía dándolo todo en el escenario. Ojo, su aparición no se debía únicamente a que también ella ha salido de Compton: había mucha más estrategia en ello.

Y es que si algo se ha llevado el foco, días después de que Not Like Us le diera cinco Premios Grammy a Kendrick Lamar, ha sido su beef con Drake. La canción, que le puso punto final y ha dejado dañadísima la reputación del canadiense, ha sido el foco de la performance de hoy. En un momento, después de Euphoria, Kendrick decía “quiero interpretar su canción favorita, pero ya sabéis que les gusta demandar…”, en referencia a que Drake tocaba fondo con todo el enfrentamiento queriendo denunciar que su propio sello lo estaba boicoteando dándole foco a la canción de Lamar. Está por ver cómo levanta cabeza.

La canción tardaría aún en arrancar, porque Kendrick ha incluido Man At The Garden, Peekaboo y los temas de SZA antes de Not Like Us, pero como decía, la presencia de Serena Williams tenía otro mensaje. Otra puñalada a Drake, porque la tenista había sido pareja del rapero. Eso, sumado al entusiasmo de la grada al cantar un momento clave del tema en el que Lamar prácticamente acusa a Drake de pedofilia, ha hecho del show una humillación si cabe mayor de la que ya tenía entre manos.

Un espectáculo que ha ido de menos a más, sumando más energía según los minutos avanzaban, y que si bien al arranque dejaba una sensación algo estanca, al final ha dejado al público con ganas de más.

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