Hay determinados momentos pop en la historia de nuestro país que parece que se quedan siempre enquistados y sin resolver. Para la generación de los millenial, uno de los más evidentes fue el cuarto puesto de Chenoa en la final del primer ‘Operación Triunfo’. Aunque en aquella edición acabara publicando disco hasta Juan Camus, la premisa del programa era que solo los tres ganadores lo lanzarían. Y, como siempre suele ocurrir en los talent shows con alto contenido en reality, el apego del público hacia algunos perfiles dejó a Chenoa fuera del podio: la, erm, campechanía de Rosa, Bisbal y Bustamante, tan reflejo de aquella España en sus diferentes vertientes, lapidó cualquier opción que pudiera tener una mujer más representativa del país como mínimo diez años después. El país que le dio la victoria a Nia o a Naiara, premiando las tablas por encima de cualquier narrativa lacrimógena en busca de empatía y entretenimiento.

Aquel ‘feo‘ a Chenoa, que a la larga se compensaría con un álbum multiplatino y una colección de hits interesante, nos dejó tan marcados que, esta semana, su aparición en el Festival Brava de Madrid ha sido percibida como un perdón del público a su persona. Chenoa participaba en el Festival sustituyendo a los Baby Lasagna, de Eurovisión 2024, pero terminó siendo la artista que más focos se llevó, con más entusiasmo recibió el público y más titulares se ha terminado llevando. “Me emociono de alegría. Nunca doy nada por sentado, sé que hay gente que me ve por primera vez, siempre estoy a examen, pero me gusta demostrar por qué llevo 23 años en un escenario”, decía en el escenario entre lágrimas.

Y es que hacía falta reinvindicar a Chenoa. Pero también es necesario que ella misma lo termine haciendo. Y me explico. Chenoa es una tremenda performer. Una de las mejores que ha dado este país desde los dosmiles a decir verdad: domina el escenario, ha tenido siempre una comunicación increíble con el público presente en sus shows y pone sus hits a servicio de sí misma. Pero también ha sido una mujer que, históricamente y a pesar de su aparente fortaleza en imagen, se ha dejado arrastrar por presiones de la industria que han hecho a Chenoa menos Chenoa.

La Chenoa que todo el mundo tenía en mente en el Brava era la de ‘Atrévete’. La de ‘En Tu Cruz Me Clavaste’. ‘Soy Lo Que Me Das’. ‘Dame’. Evidentemente, la de ‘Cuando Tu Vas’. Incluso la de ‘Rutinas‘ y ‘Todo Irá Bien‘ como momento de pildorita pop feel-good. Pero en los últimos años, muchos, la propia Chenoa ha ido transformado ese setlist en una constante carta de credibilidad con ella como autora, tendiendo al pop-rock descafeinado y posteriormente a un pop sin garra, pero también sin demasiado appeal para las radios. Lo diametralmente opuesto a un win-win: perdimos a aquella Chenoa y Chenoa perdió también impulso mediático y de público. Y todo ¿a cambio de qué? ¿De que alguien como Funambulista la considere ‘autora‘ y se plantee una colaboración? ¿Para qué público?

23 años después, Chenoa sigue ‘viva‘ por diferentes motivos: el primero, que hemos seguido viéndola ahí, porque el morro que le echaba en el escenario terminó extendiéndose a la televisión y los podcasts y ha sido un rostro fiable para ambos, donde ha sabido dar en la diana y retener la atención del público generalista. El segundo, la nostalgia, que nos lleva a vivir perpetuamente en una gala de ‘OTmanía’ y gritar “fulano a Eurovisión” cuando vemos a alguien que tuvo un #37 en Los40 en 2002. El chute de energía que se le dio a Chenoa en el Brava debería servirle para decir: “anda, si servir todo este suelo pélvico realmente me hace ser quien soy”.

Necesitamos más espíritu de casino de Mallorca, más pop trompetero, maximalismo, más morro, más alguien poseído por el ‘Last Dance’ de Donna Summer con growling y sostén de flecos y menos por el ‘Sigo Intentando’ de Marta Sánchez en una gala solidaria de turno de Candena 100. Pocas estrellas del pop se mantienen peleonas pasadas unas décadas, la mayor parte tienden a relajarse y sacar su lado más amable. Pero después del Brava, ¿no tiene ella las papeletas de ser una de esas pocas?

Y ahora que tenemos un mercado español con un buen hacer pop increíble en los últimos años, mejor que esos dosmiles que pedían a todo el mundo que pareciera recién salido a un writting-camp para Alex Ubago. Va, Chenoa… atrévete.

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