Decía la Vanity Fair francesa que ‘Aline‘, la película que resume -y tanto que resume- la vida de Celine Dion “había de ser vista para creérselo”. Y ya os decimos nosotros que, efectivamente, así es, porque nadie se creería lo que ha visto de no ser porque tiene la absoluta constancia de haberlo hecho. De lo contrario, cualquier persona delante de una pantalla que emita ‘Aline‘ pensaría una de las dos siguientes cosas:

  • Que acaba de tener una pesadilla, mientras se hace herida de tanto intentar pellizcarse el brazo.
  • Que acaba de presenciar el sketch más largo de ‘La Hora Chanante’ de su vida.

Aline‘ se vende como dramedia, mitad drama y mitad comedia. ¿Pero lo sabía su directora y actriz principal, Valérie Lemercier, cuando dio forma a semejante película? Porque a veces luce que se la planteó únicamente como comedia, otras que el drama realmente se genera por las ganas que provoca en el espectador de suscribirse a Lifetime y acabar con su vida viendo un bucle de biopics a la altura de este, quedándose sordo y ciego en cuestión de horas frente al televisor.

Ella, ganadora de un César. De la salsa, esperemos.

Lo fuerte de todo el caso de ‘Aline‘ es que la película es, objetivamente, un bodrio. Podríamos hacer un listado que lo justifique punto por punto, pero debemos acostarnos llegado un punto del día de hoy. Y en todo ese mess ejecutado como film, descubrimos que Valérie ganó el César a mejor intepretación por su versión de lo que ella entiende como Celine Dion. Vamos, la versión francesa de cuando se le dio un Goya a Belén Rueda por el papel que fuere, igual nos da, realmente.

Es increíble que uno quiera ser Céline Dion y no sea capaz, siquiera, de tratar de capturar su carisma en escena. Hemos visto ramas de brócoli tener más pasión que Lemercier interpretando las canciones de la canadiense. Hemos visto a Flavio de ‘OT‘ tener más carisma. Hemos imaginado a Ares Teixidó haciendo una Celine más convincente en ‘Tu Cara Me Suena‘.

La base de la interpretación de la actriz principal es poner la media sonrisa de Beatriz Pinzón en todas las escenas, responder a todo como si acaba de volver de una abudcción extraterreste de años y elegir las peores pelucas de la tienda de pelucas en la que compraría la mismísima Leticia Sabater.

Es simplemente alucinante que se la premiara por semejante trabajo. Imaginamos que, durante la pandemia, el cine francés simplemente no estrenó absolutamente ningún otro film.

El arco narrativo, el de Robin Hood

Más allá de la, digamos, interpretación, el problema de ‘Aline’ es que habla de… nada. Porque, teóricamente, se enfoca en la relación de la cantante con su marido, René Angélil, pero también pasa de puntillas por la relación. Ni un momento de intimidad en pantalla, ni una complicidad más allá de la más obvia y burda, ni una explicación del sentimiento que van desarrollando uno por el otro. Todo a saco, como si fuera uno de esos vídeos de Youtube en los que te resumen la temporada completa de una serie en 40 segundos.

Tampoco hace especial hincapié en la carrera de Celine Dion, porque salta de año en año hasta tal punto que ni los primeros Oscar, ni el dúo con Barbra -aunque la veamos fascinada con ella durante la infancia en la película-, absolutamente nada de los años posteriores a ‘Let’s Talk About Love’ más allá de Vegas… ni como homenaje funciona. Suena más veces ‘I’m Alive’ que cualquiera de sus grandes hits. Ya nos diréis.

Los efectos especiales, de necesidades especiales

El encargado del CGI de la película, imaginamos, es un niño de cuatro años de una escuela Montessori instalada en Quebec. Solo así se explica por qué, en vez de contratar a una actriz joven que hiciera de Aline Dieu durante el cuarto de hora que dura su infancia y adolescencia, se empeñan en dos cosas:

  • Bien colocar con efectos la cara de la actriz en la cabeza de una niña pequeña, lo cual acaba luciendo todo lo ‘Crepúsculo‘ posible.
  • Hacer diminuto todo su cuerpo, fingiendo que tiene otra edad, lo que hace que parezca un cruce entre un Leprechaun, un Hobbit de ‘El Señor De Los Anillos’ y María Patiño sin la cara tirante.

Tanto efecto especial para que no intenten siquiera rejuvenecerle la cara cuando es pequeña. Vale que Celine Dion nunca lució especialmente joven, pero de ahí a que con 12 años tenga la misma cara que Rosa Benito, hay un trecho salvable. Y nadie lo trata de salvar. Ese trecho es el mismísimo Jack Dawson agarrado a una tabla.

Screenshot

El final… “¿que se ha muerto? será berdá, pues dame fuego anda”

Como decíamos, el arco narrativo de ‘Aline‘ es ninguno, pero intencionalmente es la relación CelineRené. Y de pronto, llega el fallecimiento de él, que uno imagina, mientras la ve, que será un punto álgido de emoción en la película. La escena se desarrolla, digamos, en unos 40 segundos. Vemos una mano ceder inerte, interpretamos que ha muerto, ella se confiesa y atiende al funeral en los 10 segundos siguientes. Muestra la misma emoción que al comprar choped en el supermercado de ‘El Corte Inglés’. Se la ve más emocionada, de hecho, cuando se está colocando unos pendientes una tarde tonta.

René ha muerto y ella ya está a otra cosa, porque la película van tan rápido que a su lado ‘Elvis‘ de Baz Luhrmann resulta un documental pausado y con tal calma que es prácticamente un ejercicio de mindfulness. ‘Aline’ no da tiempo a vivir nada: para cuando uno cree que va a caerle la lagrimita en un momento de tensión narrativa, está sonando otra vez ‘I’m Alive’ por algún motivo.

La ‘Cats’ francesa: ‘Les Miàus’

Es todo tal despropósito que sorprende que alguien le diera alguna buena crítica a esto. Porque la película tiene un 5,3 en Metacritic. ‘Cats‘ tiene un 3,2 y, sinceramente, no la vemos mucho más ridícula. Ambas películas tienen efectos visuales más que discutibles, ambas cuentan absolutamente nada y en ambas hay gente maullando. La diferencia más evidente es que solo una de las dos cuenta con Jason Derulo, que ya es lo que le hubiera faltado a ‘Aline‘ para poner la guinda a semejante pastel. Por compensar, pone a actores y actrices claramente francófonos a fingir que son británicos o americanos, aunque suenen exactamente igual que Lala Chus diciendo “RuPaul“.

En resumidas cuentas, que si no habéis visto ‘Aline‘, corráis a verla por la fantasía. Porque no llega a ser camp a propósito como valorarla mejor, pero es lo más cerca que vais a estar de que Jose Luis Moreno dirigiera un biopic de Isabel Pantoja protagonizado por Lucía Gil.

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