Se ha terminado Eurovisión, y un año más, nos toca hacer análisis de la gala, sus ganadores, sus perdedores y el representante español, que por costumbre ya es parte de este último grupo de concursantes. El bottom five, parte de los perdedores, el grupito de los que nadie hizo demasiado caso, los fails de la edición.
Pero Miki se va de Eurovisión con mucho más que un resultado discutible, que lo dejó en el 22º puesto de la tabla: al menos fue top15 para 30 de los países participantes, y desde luego, se vuelve a España con una imagen reforzada como la de ninguno de sus compañeros de ‘Operación Triunfo 2018’, en franca decadencia después de finalizar la edición.
Esta es la historia de cómo ‘La Venda’ y su paso por Eurovisión llevaron a Miki from zero to hero, e hicieron de él el ganador moral de un concurso en el que ni siquiera fue finalista.
Venía de un perfil difícil
Cuando ‘Operación Triunfo’ llegaba a su final, el público estaba ya algo hastiado de Miki: daba la sensación de que las canciones lo beneficiaban semana sí y semana también, y el perfil del concursante había ido convirtiéndose en incómodo. Demasiado majo, demasiado inclusivo, demasiado guapo, demasiado perfilado, demasiado impostado, demasiado suave, demasiado creído, demasiado de todo para un público que había pasado del amor al -algo parecido al- odio en cuestión de semanas.
Miki se había ido embarrando poco a poco en el programa, hasta terminar la edición como ese chico que es simpático pero al que no invitarías a una fiesta porque se pone pesado y se cree el más guay con sus discursos y su saber estar. Lejos quedaba el amor por el Miki de las primeras semanas, y eso era algo difícil de gestionar de cara a lanzarse ya como artista.
Discutida preselección
Y llega la preselección de Eurovisión. Y tres concursantes se quedan sin canciones, pero Miki compite con tres canciones para él: una con Natalia, ‘El Equilibrio’, y la que finalmente ganaría aquel programa, ‘La Venda’. Y claro, los comentarios sobre que aquello se había convertido en Mikivisión no tardaban en llegar, porque nadie entendía como alguien que se había quedado fuera de la final podía tener tanto protagonismo en la preselección, en detrimento de compañeros que sí eran finalistas.
Ya para la emisión de esa gala, el perfil de Miki había mejorado su tono respecto al público, ayudado por la polémica de María y Natalia quejándose amargamente de tener que asistir a Eurovisión con una de las canciones que eran candidatas. De hecho, ambas llegaban a pedir el voto para Miki, mientras él, feliz y contento, asumía su papel de eurocandidato con una sonrisa.
Arrancaba la vuelta a la tortilla.
De un lado al otro, el regreso eurovisivo con honores
De verdad que qué más da el puesto en el que se haya quedado: Miki vuelve de Eurovisión como un ganador, porque ha conseguido dar volquete a los últimos meses, reconvertido en el personaje más popular de ‘Operación Triunfo’. Y lo ha hecho asumiendo su papel como representante eurovisivo con un ánimo y una ilusión que nos recordábamos, probablemente, desde hacía un lustro, cuando Ruth Lorenzo se entregaba por completo al Festival.
Es la inteligencia de quien sabe que de su papel allí depende mucho su futuro inmediato en el país, porque quien siembra, termina recogiendo, para bien y para mal. Y lo de Miki ha estado muy bien: los ensayos han estado pulidos, él ha sido encantador con la prensa y con los eurofans, se ha notado muchísimo trabajo detrás de las cámaras, horas de ensayos y actividad física para que ‘La Venda’ brillara. Miki se ha sumergido por completo en el ambiente del Festival y el fanbase se lo ha agradecido.
No será fácil de aquí en adelante, porque no lo es para nadie en la industria musical, pero Miki vuelve de Eurovisión en todo lo alto, y si sabe cómo aprovechar el momento, podemos estar ante el gran superviviente de su edición de ‘OT’. ¿Será capaz de gestionar su regreso? Por ahora, merece unos días de descanso y disfrute de la experiencia.
No sólo Portugal le ha otorgado un 12 del televoto; desde España le ha llegado otro bien contundente.