EMEIE se marcha. Pero sí se le ocurre decir más de una sola palabra, creando momentos de confusión y locura entre su fanbase en Twitter. DRAMEIE se despide en varios breves mensajes, y al no aclarar a qué se refiere, muchos de sus seguidores pierden los nervios pidiéndole que no se retire, que recapacite, y que de un paso atrás en esa plataforma a la que está subida antes de lanzarse a un vacío repleto de rampas oblicuas y un montón de zapatos pelín grandes.
Los seguidores de EMEIE no quieren verla tirada entre un montón de tacones cual si fuera ella un ansiolítico más del montón de los mismos, cuando si fuera ella un striptease suicidal, cual si todo su plan fuera un ajuste de cuenta en un sólo sentido: el de dejar atrás todo el mundo musical, todos sus conciertos en directo, su discografía, sus vídeos en Buenos Aires, en París, en Argentina, y Francia incluso, sus tulipanes y sus pelebres.
“La partida ha terminado”, arranca diciendo DRAMEIE en una serie de crípticos mensajes a lo largo del día de ayer. Se acabó el juego, y a EMEIE no le quedan monedas de 25 pesetas que incluir en la máquina. ¿Pero qué ocurre? ¿Por qué después afirmar que está “empezando a despedirse y empezando por el principio”?
¿Piensa EMEIE escuchar todas sus Pupilas En La Oreja y después emigrar a Andorra, donde llevar una vida de no tan necesario retiro espiritual pero muy necesario retiro vocal? ¿Se une EMEIE al coro góspel de un convento de cleusure con voto de silencio?
La pista definitiva se encuentra en el último de los tuits, casualmente aquel que DRAMEIE ha terminado borrando: “No tenéis la idea de lo que voy a echaros de menos”. Y es que sí, amigos, EMEIE abandona el barco, pero el barco de Sony Music, discográfica que ha terminado despidiéndola después de un álbum relativamente fallido y una serie de shows puestos en duda con la que habrá llegado a un acuerdo amistoso para terminar relaciones, de modo que ella pueda buscar nueva casa para sus proyectos musicales.
Y no tenemos duda de que Valentia Records o La Madriguera pelearán con uñas y dientes para acoger a uno de los nombres del año.
Durante la firma de su nuevo contrato, seguramente, cuando le indiquen donde ha de firmar, EMEIE dirá: “bueno, firmo esto, pero luego a saber lo que sacan, que si me opero la cara, que si adelgazo…”, mientras los directivos de su nuevo sello se esmeran en explicarle que ese documento sólo es la tarjeta para entrar en el edificio.