Ya está Rihanna con sus campamentos de compositores, un concepto que probablemente no inventó ella, pero desde luego sí ha popularizado. Por si nos estáis al día con esto, se trata de montar un ‘Gran Hermano’ con compositores donde todos ellos dan forma, non-stop, a canciones para un disco. Después, el artista en cuestión, en este caso Rihanna, decide escoger algunas de ellas y así graba el álbum con la selección. Madonna, por ejemplo, se quejó amargamente hace apenas meses de que su sello la estaba empujando a utilizar este sistema, pero con Rihanna ha venido funcionando bien en la última década.
Aunque ahora puede que se le haya ido un poco de las manos el campamento. Vamos, que más o menos sus compositores están como esas pobres vacas a las que se pasan todo el día ordeñando, en plan ‘Handmaid’s Tale’ vacuno, y han dado forma a 500 canciones diferentes de las que Rihanna sólo elegirá 20. 10 para un álbum de dancehall en el que ha involucrado a un montón de artistas jamaicanos, y otras 10 para un álbum de pop.
O al menos eso es lo que se decía en las primeras informaciones sobre el trabajo, porque parece que ahora la línea entre los dos discos es más difusa y podría lanzar uno con la mezcla de ambos. Mira que entendemos que el perfil de Rihanna pasa por los sonidos caribeños, pero francamente, un disco entero de ella creyéndose Sean Paul sólo iba a aguantarlo el fanbase más emocionado y Shaggy.
Así que, vista la situación, casi mejor divide el proyecto en los dos álbumes que tenía planteados y podemos quedarnos con el de pop, que también está por ver de qué pie cojea: ¿denominamos pop lo que hizo en ‘Anti’ o piensa la artífice de clásicos como ‘Loveeeeeee Song’ volver a la era ‘Loud’ y similares?
De momento, y según informa Rolling Stone, se han seleccionado ocho canciones para el disco, con el resto a la espera de ser escogidas. Esperemos que se hayan repartido suficientes bocatas de paté en el campamento y nadie esté pasando hambre entre bolis Bic y guitarras.