Con el cierre de ‘Qué Tiempo Tan Feliz’, hemos decidido mantener viva la marca, y hacernos un María Teresa Campos para nuestra generación, es decir, recuperar las canciones que, por un motivo u otro, nos provocan algo de nostalgia. No serán siempre enormes hits, no habrán sido #1 en todas las listas del mundo, pero siempre tendrán algo que haga que merezca la pena echar la vista atrás, bien por lo positivo o lo negativo.
Rebobinemos pues hoy hasta 1999, cuando toda vieja existente en el pop quiso ser Cher, aprovechando el éxito de ‘Believe’, y lanzarse a conquistar las pistas de baile. Hoy, aprovechando que Tina Turner recibirá el Grammy honorífico, revisemos ‘When The Heartache Is Over’.
La canción: ‘When The Heartache Is Over’
After love, after love, after love, after love... si no arrancas así ‘When The Heartache Is Over’, amigo, es porque, o eres demasiado joven, o lo insuficientemente homosexual como para estar influido por ‘Believe’ de Cher. El tema de Turner estaba tan inspirado en el álbum de la otra anciana que la canción que la devolvía al A-List era prácticamente idéntica en su arranque a la de Cher.
Y sí, ‘When The Heartache Is Over’ seguía la estela de aquel dance-chic que nos ponía a todos a bailar pero no llegaba nunca a explotar como lo haría el posterior EDM, porque su base era más bien pop. De todos modos, su parecido no era producto de la casualidad: ambos temas estaba producidos por Mark Taylor (Enrique, Gaga, Nelly Furtado…) y las similitudes eran tan obvias como su intencionalidad. Sin embargo, para no resultar tan obvio, la canción de Tina no contó con Brian Higgings, de Xenomania, pero sí con otro compositor clave en el pop de la época: Graham Stack, director musical de ‘The X Factor’, y mano detrás de enormes hits de Steps, James Arthur, Take That o Kylie. Incluso de Mónica Naranjo (sí, él era parte de su detestado ‘Bad Girls’).
En cualquier caso, Tina: ‘When The Heartache Is Over’ era un píldora más de esa llantina en la pista de baile nos hacía más fuertes según nos dejábamos la garganta tarareándola. Tenía un mensaje empoderador (“cuando se me pase el dolor, sé que no te echaré de menos”), melodramático y los suficientes golpes de beat y key changes como para que su melodía se clavara entre el populacho de los clubes, pero también de las radios, que vivían a medio camino del rock y el disco-dance. Tina tenía todos los ingredientes para montarse un hit a los 60.
¿Cómo era el vídeo?
Estaba montado como un homenaje a Elvis y como un homenaje a la propia Tina Turner: Su nombre en letras gigantes iluminadas, la diva subida a una tarima de baile con forma de T; todo giraba en torno a hacer de ella una leyenda viviente, porque en base a eso se había montado toda el proyecto comercial del single. Tina ya era una leyenda, obviamente, había tenido suficientes hits y carrera como para ser considerada como tal, pero había que hacerlo ver. Las nuevas generaciones tenían que conectar con ella, y todo había de ser bien vistoso y directo: TINA.
Y claro, aquella generación joven de 1999 necesitaba más hooks en el vídeo, con lo que el clip se llenó de bailarines jóvenes, imágenes de guaperas y modelos, siempre sin perder de vista el target potencial del clip: ¿cuántas chicas descubrís posando en la pantalla gigante? Ahí tenéis una pista.
Todo esto se entrelazaba con imágenes de Tina bien subidas de contraste, porque sí, sería una vieja gloria pero, eh, era tu abuela marchosa, tu tía cool, la señora que ves en el club y piensas “qué diva”, por tanto, tenía que salir lo suficientemente lisa en pantalla. El baile no era lo suyo a estas alturas, pero no había nada que la ropa negra y las coreografías imposibles del resto de bailarines no disimularan.
¿Qué hizo con el single?
Lo cierto es que no demasiado, y eso que en España, posiblemente, tenemos una mayor sensación de hit con este tema porque recibió suficiente airplay como para hacérnoslo creer, y porque su #11 español es el mejor puesto en listas para Tina en aquel año.
Realmente en el resto del mundo no funcionó como imaginamos su discográfica esperaba, seguramente lastrada por las comparativas. Fue #19 en UK, #16 en Suecia, #23 en Alemania o #49 en Francia; datos que podrían parecer suficientemente dignos pero que no lo son si los comparamos a sus lanzamientos de la época. Apenas 3 años atrás, en 1996, Turner fue #12 en UK con ‘Missing You’ o #13 con ‘On Silent Wings’. Y un año antes de eso, ‘Goldeneye’ había sido un éxito prácticamente global.
Es decir, que la revolución pseudo-dance de Turner no terminó de explotar, aunque el sello tenía armas para paliar un mal resultado: el disco que contenía el tema, ‘Twenty Four Seven’, apenas tenía otra canción más del estilo entre su tracklist, era todo un poco engañabobos. El álbum, por cierto, es aún hoy el último disco de estudio de la artista, y le dio un Platino en UK (#9) y un Oro en Estados Unidos (#21). También en 1996 había obtenido resultados mejores.
Trabajos posteriores que merezcan ser comentados
Como decimos, aquel disco permanece como su último álbum de estudio, y actualmente vive retirada del mundo de la música y las giras, aunque sí que lanza recopilatorios de cuando en cuando y ha hecho alguna aparición puntual para promocionar alguna historia benéfica o similares.
En 2016, la cantante estuvo trabajando en ‘Tina’, un musical que está a punto de estrenarse (lo hará en marzo) y que repasa su vida mediante sus canciones. La cantante ha estado muy involucrada en todo el proceso de creación, y el proyecto se podrá disfrutar en Londres.
A sus casi 80 años, Turner ha dejado un legado de 11 Premios Grammy, una decena de top10s en solitario, y una carrera repleta de himnos, 3 VMA, 3 AMA y para culminarla: el Grammy honorífico que le será entregado este año. Como el vídeo de ‘When The Heartache Is Over’ anunciaba: una auténtica leyenda viva.
https://youtu.be/mfqDSjWeGhg
