Adoramos a Pastora Soler. Es más, desde su paso por Eurovisión, no nos cabe en la cabeza que nadie que resida en España no adore a esa buena mujer. Es decir, no sólo por su papel en el festival, sino porque casi nos dio la opción a redescubrir a una enorme intérprete que había estado años escondida tras golpes flamencos y corazones congelados.
‘Quédate Conmigo’ tenía que haber sido un punto de inflexión para la artista, pero finalmente, nos hemos quedado con las ganas. Y qué injusticia. Qué injusticia para con ella, queremos decir, porque no es normal que alguien que es pitch perfect y que tiene semejante capacidad vocal quede vista como una Malú para pasar el rato mientras Malú está dedicándose a enyesar pareces o cocinar tartas de Santiago. No es normal.
Y eso es exactamente no que ofrecía ‘La Tormenta’, el single que marcaba el regreso de Soler tras años apartada de los escenarios por pánico escénico: un número previsible, en el que la cantante podía haberse lucido más, y que demuestra la obsesión de su sello y equipo por mantener encorsetada a alguien que necesita liberarse de esas cuerdas.
Siguen apretándola en el vídeo oficial del tema, que muestra a Pastora Soler caminando por una casa entre recuerdos en blanco y negro del pasado, en un clip, que, francamente, también podríamos recordar de cualquier lanzamiento de Malú. Si algo nos queda claro de todo esto es que, para tener así a la muchacha, casi nos hacía más gracia verla en los jardines de Hassan entre colorante y estabilizante.
Al menos tenía un puntito gamberro que la mantenía fuera del tiesto.