Que España tiene el gafe con Eurovisión ni es algo nuevo, ni estamos descubiendo América con esto, pero sí hay algo que resulta curioso en nuestros resultados desde el año 2009: sólo hemos quedado bien en dos ocasiones, y regular en otra, y esas tres actuaciones se corresponden a las únicas en las que España no se ha sacado un paripé de la manga en plena actuación. Es decir, sí, se ha jugado con las pantallas, los looks, la iluminación, etc., pero no ha habido una sorpresa en mitad de la actuación. Esas performances han sido las de Pastora Soler (#10), Ruth Lorenzo (#10) y Daniel Diges (#15).
En el resto de actuaciones, España ha rizado el rizo de su escenografía, jugando a imposibles o a cosas simplemente ridículas, y el resultado ha sido pésimo; ninguna de las cinco propuestas a continuación pasó de la vigésima posición. Analicemos, pues, los trucos visuales que España no debería repetir en Eurovisión 2018:
01 | La tela
Vale que Soraya partía ya de la mala base de llevar un tema que estaba algo pasado de fecha, y que su outfit de patinadora olímpica no ayudó en nada a su año, pero si algo terminó de firmar la catástrofe, eso fue sin duda la tela. 2009 será recordado como el año en el que Eurovisión y el Magia Borrás se dieron la mano. Falló todo, el color, las costuras, e incluso el truco: toda Europa vio a Soraya agacharse justo un segundo antes de que la tela se levantara del todo. ¿Qué sentido tenía esto, además? ¿Qué unía ese concepto al resto de la actuación?
02 | La lámpara
La actuación de El Sueño De Morfeo sólo consiguió 8 puntos. Y los consiguió porque hay gente muy generosa en el planeta o porque hubo quien se equivocó de número al marcar. Por si la afinación sospechosa -por ser medianamente educados- de Raquel Del Rosario no hubiera sido suficiente, la cantante corría hacia el centro del escenario en un momento para cantarle a una lámpara en un momento muy ‘Tangled’. Hubiera estado bien, de no ser porque la lámpara era parte de la escenografía, y se veían en las actuaciones de todos y cada uno de los países. España se libró de ser última aquel año por apenas 3 puntos.
03 | El burka
Edurne. Edurne fue y siempre será algo bastante debatible en Eurovisión: ¿fue un numerazo ‘Amanecer’ o un compendio de clichés encadenados? La verdad es que si algo fue previsible en aquella actuación, fue lo del burka rojo con el que salió al principio. No sabemos si trataba de darle un ambiente tétrico al asunto, si pretendía que alguien se creyera que lo iba a mantener durante todo el tema, pero lo de los cambios de vestuario lo habíamos superado una década atrás. Como colofón, a Edurne se le vio el modelito también un par de segundos antes del reveal definitivo. Al menos ella se quedó a 6 posiciones del final.
04 | La torpeza
Independientemente de que esté incluida en esta lista, estamos totalmente convencidos de que lo de Barei es uno de los más evidentes robos a España en los últimos años. No hablamos ya de dejarla en un top5 o top10, pero desde luego, su 22ª plaza resultó y sigue resultando ridícula. Visto el gafe que persigue a las actuaciones con giro argumental, quizá el culpable de la posición fuera el momento en el que decidió tirarse al suelo y fingir una caída. En nuestra fiesta, la gente pensó que se había caído realmente, con lo que no fue demasiada buena elección artística. En su defecto, ya se podía haber invertido más en unos visuales bastante pobres y en evitar ¡ese efecto espejo del final!
05 | La tabla
Y llegamos al último año, el de Manel Navarro, otra edición en la que todo fallaba de base: la preselección, el look, la puesta en escena, y por descontado, el tremendísimamente evidente gallo del previo al estribillo final. Sin embargo, hoy nos centramos en el momento que más discutimos cuando vimos los primeros ensayos: las tablas de surf. ¿Era necesario subir a la banda -por otra parte también sobrante- encima de unas tablas de surf, cuando todo tenía ya un tufillo de costa californiana suficiente? Europa le dio un tablazo a Manel, enviándo a España a la última posición por primera vez en 17 años.