Natalia Lacunza ha publicado un nuevo single, Otro Culito, evidenciando una vez más que vive en un estado de sensualidad disociada permanente. El SECSI de la ropa de algodón, el erotismo quedarse uno mirando un cable de alta tensión en pijama, desde la ventana del baño y con la humedad de la ducha aún patente, pensando “¿seguro que ese cable estaba ahí también ayer? yo creo que es nuevo”.
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Ese es un poco el mood de Natalia Lacunza en el último año, lo que provoca que ella sea la única persona capaz de hacer algo lánguido con este título en nuestro panorama musical. Si Aitana hiciera un tema llamado ‘Otro Culito‘ invitaría a Clarent a colaborar y sería una cosa clubera; si lo hiciera Amaia tendría muchísima ironía; en manos de Judeline sería como follar en un tablao flamenco después del cierre con un analista de datos de Montenegro; y si alguien como Ana Mena hiciese ‘Otro Culito‘ la mafia italiana estaría subvencionando toda prótesis posible. Solo Natalia Lacunza podría servir melancolía. Solo Natalia Lacunza podría firmar un tema que parece que dice “estoy triste, pero ¿sigo cachonda?”.
Solo Natalia Lacunza podría hacer de Jeanette, la de Soy Rebelde, alguien factible de hacerse la mejor amiga de Rusowsky. Solo ella podría servir un vídeo que simula una depresión asperger en 1978, al tiempo tener un iPod de 2008 en la mano y el sonido actual de una generación que se permite estar en plan peli y mantita yendo directo al grano.
Hace veinte años nos estaría contando una monserga de gaviotas que huyen y sonidos del mar. Natalia Lacunza no pierde el tiempo: te vas buscando otro culo y pienso decirlo en esta canción, por mucho que mi mente esté ahora mismo en debatir si las sirenas, de tanto peinarse, no terminan con el pelo encrespado. Esa salitre muy buena tampoco puede ser.
Será tu rollo si: lloras después de correrte; la serie con la que más te has emocionado es Los Hombres De Paco; lo que pides en un club es Tame Impala.